​De Alaska a Washington, grandes distancias, pero algún avance?

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Leonardo Quijarro2

El día sábado recién pasado se reunieron en Alaska, en la Base Conjunta “Elmendorf-Richardson” de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos (EE.UU.), los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y el de los EE.UU., Donald Trump, bajo el título de “Alaska 2025 Persiguiendo la Paz”, con el propósito de poner fin una guerra que ya completa más de tres años entre Rusia y Ucrania.


El marco de la reunión fue curioso, en un contexto casi de película de Hollywood, con una alfombra roja flanqueada por aviones caza F-35 “Lightning II”, donde el presidente Trump recibió con un afectuoso saludo a su homólogo ruso y, para completar el cuadro, mientras se desplazaban hacia un bien posicionado estrado, sobrevoló el lugar un bombardero estratégico B-2 “Spirit” escoltado por interceptores F-22 “Raptor”.


A pesar de todo el despliegue y con el mundo expectante de su desarrollo, los resultados fueron bastante distantes de lo esperado. A decir verdad, era esperable.


A esta mesa se sentó, por invitación del presidente Trump, solo uno de los beligerantes, Rusia, quedando al margen el otro actor, Ucrania, siendo este país, además, el que fuera invadido por parte de Rusia. Asimismo, no fue considerada Europa, como tampoco ha sido incluida en instancias anteriores.


Rusia ha planteado, como condición para avanzar en cualquier conversación de paz, su voluntad de retener (traspasar) como parte de territorio ruso, las regiones ucranianas de Donetsk, Luhansk, Zaporizhia and Kherson, además de la ya anexada península de Crimea. Además de lo anterior, Putin ha indicado que, sumado a las exigencias territoriales, se debe suspender toda la ayuda militar que se entrega a Ucrania, como también, que Kiev debe declararse neutral y suspender todas sus intenciones de unirse a la Organización del Atlántico Norte (OTAN).


Ucrania por su parte, ante las exigencias plateadas por Rusia, ha respondido que, para avanzar en algún proceso de paz, no puede haber cesión territorial, basado en lo establecido en la constitución ucraniana, además, de la voluntad popular.


En definitiva, desde un principio, las posiciones se encuentran bastante distantes de cualquier posibilidad de acuerdo.


Entonces, vale la pena preguntarse, ¿cuál era el propósito de la reunión de Alaska? ¿Quién ganó algo en esta instancia que, de antemano, parecía inútil?


En mi opinión, el gran ganador ha sido el presidente Putin.


Estados Unidos ha amenazado con ampliar las sanciones económicas contra aquellos países que están apoyando a Rusia al mantener algún intercambio comercial. Entre estos destacan India, Irán y China.


Si bien, las acciones contra estos países podrían ser marginales; sin embargo, son los únicos grandes compradores del petróleo ruso.


Rusia ha logrado sostenerse y enfrentar tres años de sanciones económicas, principalmente, gracias al tremendo esfuerzo industrial que ha desarrollado para mantener a la maquinaria militar, proveyendo a las fuerzas de los recursos necesarios para sostener los diferentes frentes. Este esfuerzo ha sido masivo en empleo de mano de obra; sin embargo, cuando termine el conflicto y desaparezca esa economía de guerra, se estima que el impacto con la realidad será brutal. Es debido a esto que el presidente Putin está preocupado por lo que pueda pasar con aquellos otros mercados que le permitirán amortiguar el impacto de esa realidad post conflicto.


Al concurrir a Alaska, Putin, logró diferir, al menos por un tiempo, esa amenaza y generar el espacio para continuar negociando.


Desde la perspectiva geopolítica, tanto EE.UU. como Rusia, se plantean como jugadores geoestratégicos; sin embargo, Rusia, como consecuencia de lo que ha mostrado en su desempeño militar en el conflicto, bastante distante respecto de la estatura que el mundo le supuso desde tiempos de la Guerra Fría. Al citar a Rusia a la mesa de conversaciones a solas con EE.UU., el presidente Trump, le tiende una mano a un actor que ya no tiene los argumentos para presentar un real desafío a la supremacía norteamericana. Nuevamente, en el escenario planteado, Rusia aparece como ganador en la escena de Alaska.


Este día lunes, en Washington D.C., EE.UU., se reunirán los actores que no estuvieron presentes en la cita en Alaska. Concurrirá a reunirse con el presidente Trump, el presidente de Ucrania, Volodomir Zelensky. A él se le sumarán el canciller alemán, Friedrich Merz; el presidente francés, Emmanuel Macron; el primer ministro británico, Keir Starmer; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni y el presidente finlandés, Alexander Stubb. También estarán presentes la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.


La presencia de Ucrania, acompañada de Europa, representada por sus principales actores, además de sus representaciones económica, la Unión Europea y la militar, la OTAN, presentarán un desafío importante para las aspiraciones norteamericanas de alcanzar una paz rápida y con el presidente Trump liderando el proceso.


Es previsible que el avance en alcanzar un cese el fuego sea difícil y más distante aún se ve un acuerdo de paz definitivo; sin embargo, todas las partes involucradas ya están mostrando preocupación respecto de las condiciones que se darán post conflicto y el impacto económico que esto pudiera acarrear.


Para nuestro país, que si bien es cierto, nuestro principal socio comercial es China, pudiera aparecer una situación distante; sin embargo, dado la estrecha relación de los mercados y el potencial reordenamiento de los jugadores clave en el tablero geoestratégico mundial, pudiera tener consecuencias y efectos bastantes más directos de los que actualmente visualizamos.


Leonardo Quijarro S.

Contraalmirante (R)

Profesor Residente Academia de Guerra Naval


Docente Investigador del Centro de Estudios Navales y Marítimos (CENAM)


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