¿Social democracia instrumental?

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Luis Riveros

“La historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases” es la afirmación de Carlos Marx que fundamenta toda su obra, y que inspiró más tarde al Leninismo el cual le proporcionó una interpretación ideológica y una aplicación, desarrollada plenamente más tarde por Stalin. Sirvió de base al marxismo –leninismo que inspiró al centralismo que dominó a la Unión Soviética y a los países de la órbita socialista de la pos segunda guerra. La dictadura del proletariado fue convertida en un indispensable paso instrumental para la construcción del socialismo. La esencia de la lucha del comunismo fue siempre la de despojar a la burguesía de su poder político y su fundamento económico; es decir la lucha de clases se mantuvo siempre como un factor esencial en la construcción de un socialismo real. Así operó también en Latino América, cuando las grandes luchas ideológicas se circunscribían a la idea de expropiar el capital para redistribuirlo y que su explotación redundara en beneficio de las grandes mayorías nacionales. Todos sabemos que el destino de esos socialismos fue, por decir lo menos, un fracaso brutal: así lo refleja el experimento socialista cubano, nicaraguense y, últimamente, venezolano y su Pésimo resultado en términos de mayor pobreza. Y también lo fueron las estrellas de los años sesenta; RDA, URSS, Polonia, Checoeslovaquia, etc., realidades todas convertidas hoy día en experimentos capitalistas con resultados bastante diferentes y positivos.


Llama la atención que el Partido Comunista chileno en su último Congreso del año 2024, reiterara su adhesión al marxismo leninismo. Un intento por volver la historia hacia atrás, pero sin ningún elemento nuevo que permita pensar en reedificar la vieja doctrina sobre una base doctrinaria renovada. Es cierto, existen China y Viet Nam, pero esos no son experimentos socialistas en el sentido tradicional y doctrinario del marxismo leninismo. Son verdaderamente experimentos capitalistas con un sólido sistema de dirección y control estatal, pero nada que se asemeje a la vieja escuela, Deng Xiaoping lo estableció muy claro:. “no importa el color del gato, sino que cace ratones”. Lo que se dice sobre “democracias diferentes”, que es el único factor remanente de la vieja ideología, es lo único que sobrevive del viejo modelo socialista.


Cosa distinta es la eventual aceptación de la doctrina social demócrata como una especie de “versión” nueva del marxismo leninismo con propósitos electorales. Eso es más que nada un uso instrumental de las ideas socialdemócratas, pero no un cambio en el prolongado debate de ideas. Históricamente el comunismo combatió las ideas social demócratas y su significativa aplicación en países como Suecia, Finlandia, Dinamarca y, en general, países que privilegiaban un sistema democrático y la existencia de controles estatales pero sin negar o combatir la propiedad privada de los medios de producción. En los años sesenta el comunismo combatía a la internacional social demócrata como los verdaderos enemigos, negando la condición de socialismo a aquellos que tenía lugar en el marco de la democracia burguesa y sin propiedad social de los medios de producción. Por ello, la adhesión al marxismo leninismo siempre resultó contradictorio con las bases doctrinarias del socialismo democrático, que es mucho más que una posición instrumental, sino que es la base de un sistema que ha tenido resultados visibles en materia de crecimiento e igualdad.


Por eso, y a propósito de la actual campaña presidencial, no basta con declararse “social demócrata”. Existe, por un lado, la referencia doctrinaria y de principios de quien milita en el partido comunista y no puede, en tal condición, adherir a una doctrina enemiga. Por otro lado, tampoco se puede formular tal declaración por puros propósitos instrumentales, sin reflejar un elemento de base doctrinaria. Los viejos combates de los años sesenta en nuestro medio, entre quienes propiciaban la doctrina comunista y el pensamiento radical que enarbolaba los principios de la socialdemocracia, tenían más fondo, más honor y nunca se contaminaron en una pura cuestión electoral.



Prof. Luis A. Riveros

Universidad Central

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