​ “No todo lo que brilla es oro”

|

Sandra Benedetto



En el debate sobre la aplicación del IVA a los medicamentos es fundamental no perder de vista el aspecto técnico que sustenta nuestro sistema tributario. Experiencias recientes nos han demostrado que reformas tributarias mal hechas pueden tener grandes costos para el país. Como se suele decir, "destruir es cuestión de un instante, construir requiere tiempo y esfuerzo”.


Si bien puede resultar atractivo poner en la mesa una eventual exención total sobre los medicamentos, es imprescindible recordar que el IVA vigente opera sobre un sistema de crédito y débito fiscal. Esta característica técnica tiene implicancias importantes que vale la pena analizar con detenimiento.


Desde una perspectiva tributaria, una exención puede generar distorsiones significativas. Cuando los medicamentos están exentos, los productores y distribuidores no pueden recuperar el crédito fiscal correspondiente a las compras vinculadas a estos bienes, lo que implica un aumento en sus costos indirectos que, de una u otra forma, tienden a trasladarse al precio final. Además, la exención puede incentivar la economía informal y generar ineficiencias en la cadena productiva y comercial. A ello se suma la esperable discusión sobre que se consideraría un medicamento para estos efectos.


Por su parte, aplicar una tasa cero en lugar de una exención total es una opción que también se debe considerar. Con una tasa cero, los contribuyentes pueden utilizar los créditos fiscales, manteniendo así la carga impositiva neutral sobre los insumos y favoreciendo precios más accesibles para los consumidores. Esta modalidad podría facilitar la administración del impuesto y la transparencia del sistema.


No debemos tampoco olvidar la alternativa del subsidio o “devolución” la que sin duda podría abordar de manera más efectiva el efecto regresivo del IVA y, por tanto, también del beneficio que se busca con el objetivo de que éste solo alcance a quienes se quiere beneficiar y no a todos por igual. Sin embargo, esta alternativa impone serias dificultades en su administración y gestión, las que podrían poner en riesgo su efectividad, ya que necesariamente será el Estado quien debería regular su procedencia y pago.


En definitiva, más allá de elegir entre exención, tasa cero, subsidios o mantener la situación actual, lo relevante es que se abra un debate técnico serio y fundamentado. Solo así podremos asegurarnos de que cualquier cambio sea positivo, sostenible en el tiempo y no implique tener que rehacer lo ya construido por falta de análisis o visión de largo plazo.


Sandra Benedetto

Socia de Asesoría Legal y Tributaria de PwC Chile

europapress