El Comité de Bioética (CB) de la Asociación Española de Pediatría (AEP) ha publicado un decálogo de recomendaciones éticas dirigidas a profesionales, instituciones y familias para hacer un uso responsable de las imágenes de niños y adolescentes en contextos sanitarios, con el objetivo de preservar su intimidad, dignidad y derechos.
Desde el comité han señalado que, si bien la difusión de fotografías o vídeos de menores puede partir de buenas intenciones como visibilizar una enfermedad o mostrar el trabajo sanitario, no siempre se mide el impacto que estas imágenes pueden tener de cara al futuro en el desarrollo o la autoestima del niño.
En este sentido, el decálogo destaca que debe prevalecer siempre el derecho a la intimidad de la infancia, por encima del interés informativo o divulgativo. Por ello, insta a actuar con prudencia y preguntarse siempre antes de publicar una imagen si ese acto protege al menor y le respeta y, en caso de que la respuesta a estas cuestiones no sea claramente afirmativa, evitar la difusión.
Además, hace hincapié en que la autorización de los padres o tutores legales para el uso de esa imagen "es necesaria, pero no suficiente", de tal forma que si el menor tiene la capacidad de comprensión suficiente, algo que generalmente sucede a partir de los 12 años, debe tomarse en cuenta su opinión y que esta quede registrada.
El uso de imágenes también debe estar sujeto a un análisis ético que valore si la publicación respeta la dignidad del menor y su privacidad, si puede generar una estigmatización presente o futura, o si contribuye a una representación sesgada de su realidad médica o familiar. En este sentido, el Comité de Bioética ha recordado que muchas de las imágenes que hoy circulan con naturalidad podrían ser fuente de malestar, vergüenza o discriminación años después.
IMÁGENES RESPETUOSAS
Al hilo, los expertos han explicado que no debe poder identificarse al menor en las imágenes que se compartan y que estas deben siempre respetuosas y centrarse en el mensaje, no en la exposición del menor, de tal forma que se evite explotar el dolor o un componente emocional con el fin de buscar la reacción en el público.
Para los profesionales médicos, el documento indica que sigan las normas de su centro de trabajo y la legislación vigente sobre el uso de redes sociales y que, si no existen, promuevan su elaboración. Además, recoge que eviten pedir a las familias imágenes de sus hijos salvo que sea "absolutamente necesario" y que, si lo hacen, se cuide su uso y se eliminen cuando ya no se necesiten.
En el contexto de las redes sociales, el decálogo también recoge que estos espacios no deben usarse para hacer diagnósticos generales, ya que cada paciente requiere de una atención profesional personalizada. En este sentido, pide a los profesionales que expliquen a sus pacientes y familias los riesgos de los entornos digitales y cómo prevenirlos.
"Publicar una fotografía no es un acto neutro. Cada imagen tiene un contexto, una intención y unas posibles consecuencias. En el caso de la infancia, debemos aplicar el principio de precaución y ante la duda, optar por no difundir", ha apuntado el coordinador del Comité de Bioética de la AEP, José Antonio Salinas.