La falta de procesos eficaces para proteger las plataformas tecnológicas deja espacio para que los ciberdelincuentes aprovechen las vulnerabilidades de aquellos entornos menos protegidos.
Los incidentes de ciberseguridad incrementaron en promedio un 31,6% durante el 2023. En respuesta de esta realidad, las organizaciones aumentaron su presupuesto de ciberseguridad en un 24,7%, durante los últimos 2 años. Así lo informó el CETIUC a través de la Encuesta Nacional de Ciberseguridad 2023. Estas cifras evidencian que, con el avance de la tecnología, la necesidad de asegurar los ecosistemas digitales de las empresas se ha vuelto fundamental.
El fortalecimiento de la infraestructura, a través de simulaciones de ataques reales, se presenta como una práctica eficaz que las empresas pueden implementar para garantizar que estén preparadas ante posibles amenazas. Es ahí donde la metodología del hacking ético tiene un rol que jugar.
“Los hackers éticos son expertos en seguridad de la información que, con el consentimiento explícito del dueño del sistema, se adentran en él para encontrar vulnerabilidades. A diferencia de los hackers maliciosos, los éticos actúan de manera justificada y constructiva. Su objetivo es descubrir fallos de seguridad y ayudar a corregirlos”, explica David Pereira, gerente de Operaciones de Inside Security, quien agrega que “este proceso permite evaluar los riesgos según su peligrosidad, considerando el tipo de delito que los ciberdelincuentes podrían cometer”.
Apoyar la transformación
Según el Benchmark de Gestión de la Ciberseguridad 2021, el 62% de las organizaciones declara que la prevención es prioridad número uno de inversión en materia de seguridad de la información. De ahí que la valoración de metodologías como el hacking ético vaya aumentando, especialmente cuando esta trae consigo un acompañamiento a los clientes respecto de cómo cerrar estas brechas.
“Una vez que se han establecido los riesgos, es importante trabajar codo a codo con el propietario del sistema para corregir y fortalecer la seguridad. Además, se deben realizar pruebas periódicas para asegurar que las empresas se mantengan un paso adelante de posibles ataques”, precisa el profesional de Inside Security.
Por todo esto, el hacking ético se ha convertido en un componente clave para que las empresas mantengan su seguridad en un entorno digital cada vez más desafiante. “Implementar este tipo de controles permite identificar y corregir fallos antes de que los ciberdelincuentes puedan explotarlos, asegurando así que la infraestructura tecnológica esté preparada para enfrentar nuevas amenazas”, enfatiza David Pereira.
En un ambiente donde las tecnologías evolucionan constantemente, estas evaluaciones son cruciales para cumplir con normativas y proteger la información crítica, elementos fundamentales para preservar la reputación y la continuidad operativa de la empresa.