Reconocidos expertos convocados por Fundación Generación Empresarial (FGE) –entidad sin fines de lucro que promueve e impulsa la integridad en organizaciones privadas y públicas- intentaron dar respuesta a una pregunta fundamental en el Chile actual, que se ha visto sacudido por diversos casos de corrupción, malas prácticas y fraude: ¿Cómo formamos a profesionales comprometidos con la integridad?
Tamara Agnic, presidenta de Chile Transparente; Mauricio Correa, profesor asociado del Instituto de Éticas Aplicadas de la Universidad Católica; Lucas Palacios, rector de Inacap; Juan Eduardo Ibáñez, director de desarrollo de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica; y Francisca Martin, gerenta de FGE intervinieron en un conversatorio, que fue precedido por una exposición a cargo de Soledad Recabarren, socia de Recabarren & Asociados y vicepresidenta del Colegio de Abogados.
Todos coincidieron en que la formación y la educación ética -desde la más temprana edad- constituye el cimiento sobre el cuál se construyen las futuras generaciones y los agentes de cambio. En este contexto, afirmaron que la integridad se establece como un valor esencial que todo centro de formación debe cultivar y promover, y abogaron porque se reestablezcan la formación ética y la educación cívica a nivel escolar y de estudios superiores.
Para Lucas Palacios “un profesional que no es íntegro no es un buen profesional, por lo que es fundamental complementar las herramientas técnicas con una formación ética que sea directamente aplicable en el ámbito laboral”.
Un punto que profundizó, Francisca Martin, quien coordinó el encuentro: “La corrupción y el fraude son desafíos que podemos enfrentar a diario, pero la educación en integridad es nuestra mejor arma contra ello. Quienes han sido formados en casas de estudios que priorizan la ética están mejor equipados para rechazar y denunciar comportamientos indebidos, creando un mundo más transparente y justo”.
Vivir los códigos de ética
Soledad Recabarren manifestó que es esencial trabajar la ética en todos los planos: empresarial, profesional, pero también en el personal y familiar. Y agregó un factor clave: “Los códigos de ética y las normas en las organizaciones son muy importantes, pero escribirlos es lo fácil, lo complicado es vivirlos en el día a día”.
Dos aspectos que también importan a la hora de avanzar hacia una cultura de integridad en la formación de profesionales íntegros es el compromiso de la alta administración de las organizaciones y comunicar de forma activa.
Hay otros elementos de políticas públicas que también fueron mencionados como prioritarios: contar con controles éticos efectivos y sanciones acordes a las infracciones cometidas; y que el Estado eleve sus estándares acordes a los principios de la Ley 19.880, que establece las bases de los procedimientos administrativos.
Mauricio Correa afirmó que lo que está en juego es el futuro del país, y enfatizó que lamentablemente ni los gobiernos, ni la academia le han tomado el verdadero peso a este desafío.
Según Tamara Agnic, los liderazgos juegan un rol clave, que es entender que hay una necesidad urgente de avanzar hacia una cultura de mayor transparencia, colaboración e integridad para lograr un desarrollo sostenible.
Juan Eduardo Ibáñez, llamó la atención sobre uno de los mayores desafíos de las organizaciones privadas en la construcción de una cultura de integridad. Dijo que para gestionar una cultura de integridad debemos ser capaces de resolver la fricción que se produce entre una mirada enfocada exclusivamente en la generación de utilidades y una contribución al bien común.