Hay acuerdos... y acuerdos

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Luis Riveros


La necesidad de acuerdos es manifiesta en una serie de temas que el país necesita resolver. Existe la necesidad de que el país observe un diálogo constructivo entre los actores políticos más relevantes y un esquema en que los canales de expresión, sean los partidos políticos u otras organizaciones, pongan de relieve la voluntad de lograr acuerdos sobre materias sustantivas, alejando el ánimo confrontacional. Esto debe ser una expresión concreta de democracia, en que se ponen en discusión cosas en las que no necesariamente existirá acuerdo previo, pero se muestra disposición a intercambiar ideas y modificar posiciones. Cuando primó una política de acuerdos, propuesta y concretada en los gobiernos de la Concertación, el país marchó bien, enmarcado además en buenos resultados económicos y sociales. La posibilidad de acuerdo es menor cuando priman circunstancias más apremiantes, pero aquí es donde debe prevalecer la mirada política que ponga el interés del país y su largo plazo por encima de todo. No sirve a una política de buenos acuerdos, especialmente en tiempos difíciles, el oportunismo político, las declaraciones destempladas, las propuestas carentes de fundamentos técnicos, la falta de visión de largo plazo. El diálogo, que debe ocurrir de modo transparente ante la sociedad, debe ser constructivo y acotado a las problemáticas a resolver. No sirve una negociación que se base en la idea de resolver temas insalvables; debe primar la generosidad y la altura de miras de todos los actores involucrados.


Tenemos experiencias exitosas en materia de acuerdos transversales en política, de incidencia en la mejor marcha del país. Por ejemplo, la apertura comercial y financiera y el establecimiento de acuerdos de libre comercio, fue algo debatido y, a pesar de que existían visiones distintas, permitió llegar a acuerdos de trascendencia. Los mismo, en sus consecuencias, persisten hasta hoy como estrategia país, y seguramente redundará, como hasta ahora lo ha hecho, en soluciones estables favorecedoras del desarrollo económico. También fue el caso de las reformas constitucionales llevadas a cabo en el período pos 1990, que dio armazón a la constitución vigente hoy en día. Es cierto que en ambos casos primó un acuerdo no unánime, porque algunos sectores manifestaron su disconformidad. Por supuesto un acuerdo no necesita ser unánime, sino mayoritario y ojalá sustantivamente, como fue el delos casos mencionados. Conversación de alto nivel y transparencia en la propuestas y los riesgos que, como todo iniciativa, ella envolvía, primaron en el resultado alcanzado.


Pero también han existido malos acuerdos, que no han resultado en un claro beneficio para el país y, lo que es más, han dado lugar al surgimiento de nuevas problemáticas asociadas a la eventual “solución” acordada. Uno de tales acuerdos fue la reforma tributaria implementada durante el primer gobierno de Michelle Bachelet, la cual estuvo lejos de alcanzar los resultados concebidos en materia de recaudación. Un segundo ejemplo de un acuerdo deficiente es el asociado al cambio en el sistema binominal. Este requería ser cambiado, pero aparentemente no se logró una solución adecuada puesto que el modelo resultante significó mayores costos asociados al parlamento y una seria fragmentación política proclive a instaurar populismo y desconcierto ciudadano. En ambos casos, como en otros, primó una discusión insuficiente y posiblemente marcada por la tratativa de otros problemas que constituían la “agenda oculta”. Aquí se prueba lo necesario que debe ser la transparencia y consistencia de las propuestas a discutir.


En la actualidad se discuten varios temas que persiguen un acuerdo. La reforma del sistema de pensiones es uno de ellos, que demás está decir lo crucial que es en el contexto del largo plazo. Otro es la reforma tributaria, o pacto fiscal, que ha tratado de llevar adelante el gobierno. Aquí la discusión ha sido un tanto dispersa, poco transparente frente a la ciudadanía y marcada por intereses políticos y empresariales. La evidente necesidad de lograr acuerdos debe someterse a la exigencia de transparencia en las propuestas y contrapropuestas, de una discusión no contaminada por anuncios populistas y carentes de visión de largo plazo, ni por la presencia de intereses ajenos al interés nacional.



Prof. Luis A. Riveros

Universidad Central

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