Las empresas con más utilidades del mundo, las que valen más en el mercado, son empresas basadas en el capital intelectual, no en el capital industrial. Es increíble que, con todo el avance de las ciencias económicas, aún no se haya hecho una teoría sobre el valor del capital intelectual. Y más desconcertante aún es que el origen del capital intelectual, que es el talento personal, tampoco tenga una teoría económica detrás. La economía ha sido muy buena para describir y gestionar recursos económicos tangibles, pero aún no produce una teoría capaz de describir y gestionar los recursos intangibles, como el talento, que es hoy por hoy el que genera más valor.
Esto se refleja en la demanda de puestos de trabajo, que sigue utilizando las mismas herramientas del siglo pasado para evaluar a los postulantes. La Inteligencia Artificial (IA) está afortunadamente entregando herramientas que permiten evaluar y ponerle precio al talento y el know how acumulado.
Bajé mi perfil en Linkedin en formato PDF. Ahí está toda mi experiencia: qué cargos ocupé, durante cuánto tiempo, qué hice. Están todos mis estudios. Están todas mis publicaciones. Subí el PDF a la aplicación YesChat.ai (https://www.yeschat.ai/es) y como resultado obtuve un resumen de los trabajos que he realizado, de las habilidades duras y blandas que he desarrollado, del precio de mercado que una persona con mi experiencia y edad podría esperar, del tipo de trabajo que mejor puedo llevar a cabo, y de qué tan reemplazable soy por la misma inteligencia artificial (muy poco, ya que mi valor agregado es – aún – esencialmente “humano”).
La aplicación no entrega una estimación del valor agregado que puedo crear con este “background”, pero ese será el siguiente paso. De esta forma, gracias a herramientas de inteligencia artificial se podrá tener una estimación del capital intelectual que llevamos dentro, lo cual – espero – cambiará para siempre la forma anacrónica de evaluar y contratar hoy.
Una segunda vuelta de tuerca para esa herramienta servirá para conocer el potencial de valor agregado de cualquier persona, antes de que comience a trabajar, basado en los talentos naturales que tiene. Mejor aún: basado en dichos talentos naturales, podría tener una formación adhoc (personalizada) para desarrollar especialmente esos talentos naturales, que es donde mayor valor creativo va a tener, y de esa forma saber tempranamente cómo desarrollar su carrera profesional.
La parte final de toda esta elucubración sobre esta herramienta que ya está en su primera fase es que podremos medir el valor del capital intelectual. Las empresas podrán buscar los talentos que mejor se ajusten a sus objetivos. Podremos llegar a lo que es mi sueño: que todos trabajan en aquello en que son mejores y más les gusta, porque es allí donde generan el máximo valor posible. El GDP mundial si se cumpliera esa condición para todos los habitantes de la Tierra es inimaginable.
Espero que las ciencias económicas al menos consideren que esta es una materia de estudio de la mayor importancia para la economía del conocimiento. Al fin y al cabo, el conocimiento es producto del talento de las personas. Al respecto puse mi granito de arena en mi candidatura para PhD hace ya 16 años, con el ensayo “On Knowledge Economics Dynamics”
Alfredo Barriga
Profesor UDP