Muchas veces se critica a los organismos reguladores por actuar con extremos respecto a sus fiscalizados: excesiva dureza o inacción. Por eso es tan importante destacar cuando las autoridades actúan con criterio y proporcionalidad.
Es el caso de la reciente decisión de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) de prorrogar por tres meses la suspensión de la administración de Seguros Konsegur de Garantías y Crédito S.A. y mantener a su administrador designado.
El objetivo es garantizar la continuidad de la compañía y, especialmente proteger el interés de los asegurados, considerando su actual cartera de pólizas y la delicada situación económico financiera que enfrenta.
No es la primera vez que la autoridad interviene respecto a esta empresa. El año pasado, la CMF la sancionó con una censura por incumplir su obligación de pagar indemnizaciones en seguros de garantía a primer requerimiento, un tipo de seguro que exige el pago inmediato sin que la aseguradora pueda oponer excepciones. En términos simples, basta la sola solicitud del asegurado para gatillar el pago, sin mayores justificaciones.
Sin embargo, la CMF decidió no aplicar una multa económica porque entendió que, en este caso, el castigo podía generar un daño mayor: deteriorar aún más la situación financiera de la aseguradora y, con ello, perjudicar directamente a los asegurados, quienes podrían ver retrasados sus pagos o incluso quedar sin cobertura.
Esta decisión evidencia algo fundamental: que un regulador firme no es aquel que siempre sanciona con la máxima dureza, sino el que actúa con inteligencia estratégica.
Esta decisión evidencia que un regulador con mano firme, no es el que siempre “muerde” o sanciona con dureza, sino el que actúa con inteligencia estratégica. La autoridad no sólo fiscaliza y sanciona, sino que lo hace con una mirada sistémica y proporcional, enfocada en proteger al consumidor financiero.
Creo que es un ejemplo clave, que puede pasar desapercibido entre tanta noticia, pero es destacable en un contexto donde muchas autoridades reguladoras parten de creencias o paradigmas enquistados como “las empresas son malas”, y que por ello necesitan un castigo ejemplificador para “dar una señal”. Aunque eso signifique un perjuicio para los ciudadanos.
La verdadera señal es la que demuestra que la regulación no está para castigar por castigar, sino para garantizar la confianza y estabilidad de un ecosistema de mercado; que implica que los derechos de los asegurados sean respetados y que las compañías mantengan la solvencia necesaria para cumplir sus compromisos.
Ximena Castillo Faura,
Experta el Derecho del Consumidor