Predomina una imagen de desorden en la Universidad de Chile a raíz de confusas manifestaciones estudiantiles que ponen en duda la solidez institucional para enfrentar conflictos. Son varias las demandas que se mencionan a través de distintas vocerías. Destaca aquella de “solidaridad con Palestina”, la cual no precisa los alcances de tal solidaridad contra las acciones militares israelíes y el accionar de grupos militares y terroristas como Hamás. Aquí reina gran confusión, puesto que se exige a la Universidad el terminar sus acuerdos académicos con universidades israelíes asumiendo que éstas son de alguna manera parte del conflicto militar. Pero también, al mismo tiempo, existen otras “tomas” que aluden a problemas de instalaciones y planta física, y aun existió un intento de toma basado en reducir las exigencias que levanta el trabajo del año académico. Todas estas acciones tienen en común el no haber sido respaldadas en forma explícita por organizaciones estudiantiles; además, cuando una consulta al efecto se llevó a cabo, la misma concluyó en rechazar la violencia y las tomas. Todo esto, en un escenario donde prácticamente la FECH no existe y, por lo tanto, la autoridad estaría obligada a dialogar con grupos de distinta naturaleza, incluyendo aquellos en la toma de la Casa Central los cuales no necesariamente albergan a puros estudiantes de la institución.
La “toma” es un mecanismo antidemocrático que restringe la libertad del mundo académico para ejercer sus tareas de investigación y formación en condiciones adecuadas. De alguna manera, constituye una especie de privatización del espacio público que bien representan las instalaciones de la Universidad de Chile. Y es el peligro de la censura o de restricción a las expresiones e investigaciones académicas las que están siendo insinuadas. La verdadera persecución que sufrió la Primera Ministra de Ucrania, la censura al profesor Micco en la escuela de Derecho y la idea de “marcar” a los profesores que ingresan a las instalaciones universitarias, e incluso de vigilarlos cuando acceden a sus propias oficinas, son hechos representativos de una represión injustificada que rodea a estos actos reñidos con la ética universitaria. Hay muchas maneras de hacer sentir la discrepancia con las políticas institucionales, y para eso está la confrontación de ideas y la discusión universitaria de las mismas. Pero eso nunca por medio de actos violentistas ni a través del escarnio de las autoridades universitarias como ocurrió con el infamante lienzo que aludía a la rectora de la institución.
La Universidad de Chile tiene una sólida organización y una más que reputada tradición académica. Por ello llama la atención que no se haya hecho público ningún pronunciamiento de los organismos colegiados como el Consejo Universitario y el Senado Universitario, este último de composición tri estamental. Por cierto que ellos tienen mucho que decir frente a la situación desatada, considerando la ausencia de representatividad estudiantil y la sostenida amenaza de tomas y violencia. El decano de la Facultad de Derecho y la propia rectora se han visto en la obligación de pernoctar en sus respectivas oficinas como una manifestación simbólica de la defensa de valores universitarios como la tolerancia y el respeto por las visiones distintas. Y también para cuidar el patrimonio universitario que en el caso de la Universidad de Chile, se extienda a la historia nacional. Frente a esta situación es importante conocer el punto de vista de los organismos máximos de la institución, especialmente cuando hay una alta demanda por expulsar a los ocupantes de las instalaciones universitarias por medio de la acción policial. Una medida, sin embargo, poco oportuna en la medida en que exista diálogo constructivo para que los agresores depongan su actitud.
“Quema lo que has adorado y adora lo que has quemado” es una frase que alude a Clodoveo después de su conversión y su triunfo en Tolbiac. Las organizaciones estudiantiles, que tanto lucharon por la democratización en la universidad y bregaron por lograr participación en las decisiones, hoy día se ven replegadas dejando la acción en manos de grupos inorgánicos y anti universitarios.
Prof. Luis A. Riveros,
Universidad Central