El acoso laboral es una problemática que no puede seguir siendo ignorada por las empresas y organizaciones. Este fenómeno, caracterizado por conductas de hostigamiento y menoscabo reiteradas, afecta profundamente la salud mental de los trabajadores, deteriorando tanto su bienestar individual como el ambiente laboral general. La urgencia de establecer protocolos claros y efectivos contra el acoso es indiscutible, pero también es crucial fomentar una cultura de empatía y cuidado mutuo en nuestros espacios de trabajo.
La legislación, como la "Ley Karin" en Chile, que surgió tras el trágico suicidio de Karin Salgado, una técnico en enfermería víctima de acoso laboral, representa un paso importante hacia la erradicación de la violencia en el entorno laboral. Esta ley obliga al Estado y a las organizaciones a adoptar medidas concretas para prevenir y sancionar el acoso. Sin embargo, la legislación por sí sola no es suficiente. Necesitamos un cambio profundo en la manera en que interactuamos y cuidamos unos de otros en el ámbito profesional.
El impacto del acoso laboral en la salud mental es profundo y puede repercutir de las más diversas formas, ya que las víctimas de acoso pueden experimentar distintos problemas psicológicos, que van desde el estrés y la ansiedad hasta la depresión severa y, en los casos más extremos, pensamientos suicidas. Estos efectos no sólo afectan al individuo, sino que también tienen repercusiones en su entorno familiar y social, y reducen significativamente su calidad de vida. En los jóvenes, que suelen tener menos experiencia y estabilidad en el mercado laboral, estos impactos pueden ser particularmente agudos y duraderos.
Para abordar efectivamente el problema del acoso laboral, es esencial que las organizaciones implementen protocolos que no sólo cumplan con la ley, sino que también promuevan un ambiente de trabajo saludable y respetuoso. Las políticas de no tolerancia al acoso deben ser establecidas y comunicadas de manera efectiva, acompañadas de mecanismos confidenciales y accesibles para denunciar conductas inapropiadas, y programas de apoyo psicológico para las víctimas. Sin embargo, la creación de estas estructuras formales debe ir acompañada de un esfuerzo consciente por cambiar las dinámicas interpersonales en el trabajo.
Fomentar la empatía y el respeto en el entorno laboral es fundamental para prevenir el acoso, por eso todos debemos ser conscientes del impacto de nuestras palabras y acciones en los demás y esforzarnos por crear un ambiente donde todos se sientan valorados y seguros. Hay que entender que la empatía, entendida como la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender sus sentimientos y perspectivas, es una herramienta poderosa para construir relaciones laborales saludables.
Por otro lado, es necesario promover la comunicación abierta y el apoyo mutuo puede ayudar a detectar y abordar problemas antes de que se conviertan en situaciones de acoso. Adicionalmente, es crucial que las organizaciones ofrezcan formación continua sobre habilidades interpersonales y manejo del estrés, y que fomenten un equilibrio saludable entre la vida laboral y personal. Los líderes y supervisores tienen un papel clave en modelar comportamientos respetuosos y en crear una cultura de trabajo positiva. Al priorizar la salud mental y el bienestar de todos los empleados, las empresas no sólo cumplirán con sus obligaciones legales, sino que también promoverán un entorno de trabajo más productivo y satisfactorio. De este modo, no sólo protegeremos la salud mental de los empleados, especialmente de los más jóvenes, sino que también crearemos ambientes laborales más humanos y productivos. La empatía y el respeto deben ser los pilares sobre los que construyamos nuestras relaciones laborales, asegurando que todos los trabajadores se sientan seguros, valorados y apoyados en su entorno profesional.
Jorge Fuentes, psicólogo y Director de Pranavida