Una situación problemática

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Luis Riveros

Dentro de los aspectos no mencionados en el último mensaje presidencial, y que sin embargo debiera ocupar una alta prioridad, se refiere a la situación de emergencia que está enfrentando el mercado laboral. Un reciente estudio de David Bravo ha puesto de relieve algunos indicadores que ponen en evidencia esta situación que constituye una verdadera emergencia. Por una parte, porque el verdadero desmoronamiento de la tasa de ocupación ocurrido con la pandemia, se ha recuperado hasta este punto (Mayo de 2024) sólo parcialmente. Además, se afirma que la tasa de desocupación se encuentra subestimada debido a la menor incidencia de quienes buscan trabajo activamente. Así, se estima un déficit actual de 175.000 empleos y una tasa de desempleo corregida de 10.1%, cifras que naturalmente requerirían mayor atención del punto de vista de las políticas públicas. Más preocupante aún, el déficit de empleos alcanza a más de 100.000 puestos de trabajo para la población mayor de 65 años, y se concentra en trabajadores nacionales, ya que los trabajadores extranjeros están ya en su nivel de ocupación pre pandemia. O sea, sin ninguna duda, el país está enfrentando una seria crisis en materia de ocupación y desocupación que, de no ser atendida, extenderá su efecto en el ámbito distributivo y creará un amplio sentimiento de inconformidad entre los trabajadores.


Pero hay otros indicadores que son también fuente de preocupación. Uno de ellos se refiere a la informalidad de las ocupaciones que se han generado. El estudio concluye que casi un tercio de las nuevas ocupaciones tienen lugar en el sector informal. Como sabemos, este tipo de ocupación no brinda posibilidades en materia de servicios de apoyo tales como salud, seguros y sistemas de pensión. O sea, este ritmo de expansión del empleo informal constituye una señal de alerta en cuanto a la calidad de los empleos que se crean. Por otro lado, las cifras ponen de relieve que el empleo privado presenta un déficit de alrededor de 70 mil puestos de trabajo, mientras que el empleo público se ha expandido en más de 63 mil puestos de trabajo en el período pos pandemia. Si se ponen estos datos juntos, entonces se puede aventurar la hipótesis de que el empleo privado que se genera es mayormente informal, mientras que las condiciones de expansión de la ocupación formal se circunscribe al sector público.


Chile es uno de los países de occidente que no han aún recuperado las tasas de ocupación del período pre pandemia. Esto es preocupante, porque la economía ha estado recuperándose pero, al parecer, lo está haciendo con alta intensidad de empleo público. Otro dato que resalta el informe de Bravo es que hay menos jóvenes en el tramo de edad 15 a 24 años que se encuentran estudiando, comparando esto con la situación pre pandemia. Esto llama la atención, puesto que contrasta con el esfuerzo de gratuidad para los estudios de educación superior y también con la significativa expansión que había adquirido la educación media y superior en años previos. Naturalmente esto significa presiones adicionales sobre el mercado del trabajo, ya tensionado por la baja recuperación del empleo y la existencia de una alta informalidad.


La situación del mercado laboral es un factor crucial para medir el rostro humano del desempeño económico. Las cifras recientes permiten construir un relato muy decepcionante sobre lo que ocurre, especialmente en vistas a la calidad de los empleos que se han generado. Ciertamente, la situación de la inversión doméstica y el desaliento a los agentes económicos son un factor determinante de la baja dinámica del mercado laboral, y el preocupante sesgo hacia mayor empleo informal. Este es un tema que, por su naturaleza, debe abordarse integralmente, sobre la base de políticas sólidas que otorguen señales a los inversionistas y permitan la recuperación de sectores claves como la construcción y los servicios.


Prof. Luis A. Riveros,

Universidad Central

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