Donde todas las verdades se tocan

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Luis Riveros ok


En su titular principal un periódico calificó de “pijamada” la decisión del Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, de permanecer en su oficina durante la noche para así tratar de protegerla de las acciones de grupos extremistas que habían ocupado dependencias universitarias. La rectora de la institución hizo lo mismo en el intento de proteger las oficinas de la rectoría en la casa central. Esto ocurre ante la ocupación ejecutada por grupos de personas que se habían instalado en dependencias universitarias en protesta por las acciones de guerra que Israel ha emprendido contra el grupo Hamás en represalia por las acciones de éste en territorio israelí. Con ello se ha intenta emular lo acontecido en varias universidades de EE.UU. y Europa.


Lo acontecido podría pasar por algo anecdótico, como el titular del mencionado periódico parece insinuarlo. Pero, sin embargo, esto va más allá de algo que amerite festinarlo. La universidad es un espacio de ideas, de encuentro de distintas visiones y verdades, y eso es lo que está en juego en este caso. Tratar de luchar contra la intolerancia con mayor intolerancia, es justamente el tipo de barbarie que no debe tener en modo alguno cabida en la universidad. Esta toma simbólica que protagonizan personas que no necesariamente han de ser estudiantes universitarios, ocurre luego de que la Primera Ministra de Ucrania fuera insultada en el Salón de Honor y asediada por grupos exaltados al punto que debió buscar refugio en dependencias de la rectoría. Este ha sido un acto de agresión sin precedentes y que ensucia la tradición e historia de la primera universidad del país. En este caso, se ha agredido sin justificación a una autoridad que expondría sobre el curso y consecuencias de la invasión rusa en territorio ucraniano. Y se ha exigido por parte de grupos de estudiantes, que la universidad termine sus convenios de colaboración con universidades israelíes, una forma también de hacer que la universidad establezca colaboración sólo con instituciones “compatibles”. ¿Estarán también por similares razones cuestionados los convenios con universidades rusas, cubanas, venezolanas. iraníes, chinas, etc. sólo porque muchos miembros de la comunidad discrepan con las acciones y postulados de sus respectivos gobiernos? Hay aquí un intento por revocar la tolerancia y una visión suficientemente amplia del mundo de las ideas, similar a lo que se intentó hace algunos años en la propia universidad de Chile, en orden a no suscribir convenios con universidades de naciones que cuestionaban al gobierno de la época. Esto significa simplemente no entender lo que significa la colaboración entre universidades para ampliar y profundizar la cooperación en la investigación en ciencia, tecnología y humanidades.


La acción de la rectora y del decano, que podría haber encontrado réplicas en otras unidades universitarias, es un acto en defensa del espacio de ideas que es propio de la universidad. No es una defensa del espacio físico amenazado por la violencia de formas de protesta que pertenecen más bien al pasado. Esto aún por el valioso tesoro patrimonial que se encuentran en dependencias de una universidad con 172 años de historia. Pero tampoco es una acción que postula que la Universidad de Chile deba permanecer indiferente frente al horror de verdaderas masacres como las que ocurren en Gaza y en Ucrania. Se trata de que ese mismo horror no se transmita al espacio universitario con las mismas pasiones y arrebatos en un lugar de donde se espera emanen solamente ideas, propuestas y mensajes de paz y humanismo. Se trata de buscar interpretaciones comunes de lo que acontece, de sus causas subyacentes, de la verdad tras los trascendidos periodísticos, de las diametralmente opuestas interpretaciones. Eso en la esperanza de que la humanidad aprenda y que esas lecciones tan dolorosas no sean el legado que la generación actual deja al futuro. Para eso es vital la colaboración universitaria; para auspiciar un diálogo que conduzca a la verdad.


En este contexto, es pertinente recordar la magistral afirmación de Andrés Bello en cuanto a que la universidad es el espacio donde todas las verdades se tocan. Tolerancia y respeto por las ideas ajenas, son ingredientes fundamentales para el buen hacer universitario.


Prof. Luis A. Riveros

Universidad Central

europapress