Preguntas pendientes

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Luis Riveros

Las proyecciones económicas para este año 2024 son positivas y así se podría sobreponer Chile de los malos resultados del 2023. En efecto, para este año se estima un crecimiento positivo y una inflación bajo control. Ambos factores constituyen buenas noticias para la ciudadanía, que está viviendo un período de estrechez asociado a la caída de los ingresos. reales No hay que olvidar que el año pasado nos dejó con una tasa de desempleo abierto relativamente alta para la realidad histórica chilena, mientras que el ingreso per cápita nacional estaba cayendo como también lo hacían los salarios reales. El Banco Central ha liderado con mucha eficacia el control de la inflación y todavía tendrá mucho más espacio para reducir la tasa de interés durante este año y estimular así el consumo y la inversión. Sin embargo, la preocupación se centra en las bajas tasas de crecimiento económico esperado para este año 2024. Las cifras hablan de alrededor de un 2.0% real en materia de expansión de la actividad económica, lo cual representaría un crecimiento per cápita muy reducido. Lo más serio se refiere a las tasas de inversión proyectadas, que no logran alcanzar un salto significativo especialmente comparando con la caída que esta variable sufrió durante el año 2024 y que se observa con preocupación en áreas como la construcción y el comercio formal. Las señales que ha estado recibiendo el potencial inversionista son preocupantes para el futuro financiero de los proyectos, especialmente considerando la prolífica política tributaria que resta atractivo a los proyectos a mediano y largo plazo. La amenaza de cambios profundos en la institucionalidad se ha reducido, pero tampoco ha desaparecido porque persisten los ímpetus de cambios radicales en la institucionalidad y las reglas económicas. Como sabemos, con escasa inversión se obtendrá sólo un magro crecimiento y junto con ello una deficiente expansión del empleo y los salarios.


La política fiscal debe ser activa en este diseño para obtener un mayor crecimiento e inversión. No es suficiente que ella se aboque a idear nuevos pactos fiscales para expandir el gasto público sin antes estudiar las áreas en que dicho gasto se puede rediseñar en favor de mejores resultados económicos agregados. Lo problemático es que esta discusión ni siquiera se ha emprendido, siendo ella necesaria ad portas de decisiones sobre un eventual pacto fiscal. Además, y como es sabido, las empresas públicas no están cumpliendo con su rol, no sólo en cuanto producir recursos para el presupuesto público, sino también algunas acrecentando su propia deuda en medio de una notoria baja en productividad. Tampoco sabemos que se está discutiendo en esta tan decisiva materia, en términos de un plan para robustecer los resultados de empresas como CODELCO, que no pueden estar contribuyendo con un déficit que al final debe ser financiado por todos los chilenos. Esta dimensión de política fiscal no ha sido abordada con el compromiso de fortalecer las finanzas públicas, de modo que el déficit no contribuya a hacer más difícil el panorama económico.


Chile tiene este año la posibilidad de dar un salto importante en materia de recuperación económica, lo cual ejercería una saludable inyección de optimismo en la ciudadanía. Para eso es necesario que las políticas se orienten a estimular la inversión, especialmente despojando al escenario de incertidumbre que en muchos ámbitos prevalece. Pero también es necesario un ordenamiento de las cuentas fiscales, para que el déficit público no sea un factor sino estimulante del crecimiento y del empleo. No hay ningún razón para que la economía chilena muestre este año y los siguientes una mucha mayor fortaleza, que no redundará sino en mejores condiciones de vida, más y mejores empleos, y una paz social que amerita el mejor futuro que se anhela.


Prof. Luis A. Riveros,

Universidad Central

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