La segunda economía del orbe ha mostrado índices preocupantes, comenzando por la deflación registrada en el período interanual de julio que refleja una baja de 0,3 del Índice de Precios al Consumidor, según datos proporcionados por la Oficina Nacional de Estadísticas, siendo la única del G 20; lo que se suma a otros registros negativos en materia de comercio exterior, sector inmobiliario, desempleo e inversión.
Resulta relevante analizar por qué entró en deflación, entendiendo por ésta, según el FMI, el descenso generalizado y prolongado de los precios de bienes y servicios, derivado de una inconsistencia entre demanda y el exceso de la oferta. Y en el caso chino, son diversos los factores que influyeron, como son, la guerra comercial con Estados Unidos, que ha afectado el intercambio comercial con una drástica baja de las exportaciones y de la inversión consecuencial recíproca entre los países. Además, cada vez es mayor la competencia con empresas extranjeras, que son capaces de ofrecer productos a un menor precio y de mejor calidad, especialmente, en el área tecnológica.
Debemos agregar dentro de las causas, los altos niveles de deuda pública y privada, la crisis del mercado inmobiliario, el envejecimiento de la población, las altas tasas de desempleo juvenil, que alcanzan un récord que supera los 30 millones de habitantes, entre los 16 y 25 años.
Una manifestación de la deflación es que el comercio exterior se desplomó. Las empresas chinas pierden mercados, si consideramos que las exportaciones se contrajeron un 14,5% en julio comparado con el año anterior, mientras que las importaciones cayeron un 12,4% en el mismo período. En lo que dice relación al impacto en Latinoamérica se genera una menor demanda de alimentos y materias primas.
A pesar de lo expuesto, en los últimos días surgieron noticias alentadoras, ya que el Banco Popular de China anunció que habían comenzado a subir el nivel general de precios, siendo la variación del IPC en agosto del 0,1%, impulsado por la demanda de crédito en el sector inmobiliario de hogares y préstamos a empresas; pero manteniéndose presentes los factores negativos ya referidos, en especial, un ritmo de crecimiento muy bajo.
La medida coherente más importante que debiera tomar el gobierno chino es estimular la demanda, ya que los consumidores chinos no están gastando al nivel esperado, constituyendo una amenaza macroeconómica, ya que se tiende a congelar la demanda en espera de caídas mayores de los precios; mientras las empresas liquidan sus stocks, recortan la producción, suspenden nuevas contrataciones o rebajan las remuneraciones de los empleados.
Para poder sostener el aumento de los precios, y tener claridad de por cuanto tiempo se mantendrá este indicio de inflación, será necesario que el Politburó impulse el consumo de automóviles, productos electrónicos, muebles y menaje para el hogar, así como servicios como el deporte, ocio y turismo, evitando seguir con el círculo vicioso que puede generar una recesión.
MIGUEL BRUNAUD RAMOS
Profesor de Derecho Económico
Facultad de Derecho de la Universidad de Chile