Y ahora hablamos de crecimiento

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Germau0301n Pinto


Sinceramente, no entiendo al ministro de Hacienda y me llama mucho la atención los cambios de enfoque que tiene.


En marzo presentó un proyecto de reforma tributaria que elaboró luego de haber recorrido el país, recogiendo ideas para una gran modificación impositiva, pero que tuvo un tremendo rechazado la Cámara de Diputados y Diputadas que se negó a discutirlo. Si bien su fracaso fue por temas políticos, el proyecto tenía una gran oposición por su carga ideológica y por su efecto en la alicaída economía que tenemos. Pese aquello, volvió a realizar diálogos, pero ahora discutiendo con diversos sectores para socializar en qué se gastarían los dudosos nuevos recursos que proyectaban lograr, insistiendo en el objetivo final de aumentar los recursos fiscales, desoyendo las voces que solicitábamos estímulos para la economía y no aumentos en la carga tributaria. De esos segundos diálogos se jerarquizaron las prioridades del gasto fiscal, siendo educación la primordial. Sin embargo, el presidente de la República cambió toda la organización en su cuenta pública del 1 de junio y priorizó la condonación del CAE y el pago de la deuda histórica con el profesorado. Esto desbarajustó toda la discusión anterior, máxime si quienes participamos en los diálogos habíamos solicitado que también se considera la eficiencia en el gasto público, dado que había transcendido el hecho que el número de nuevas contrataciones habían aumentado en 56 mil nuevos puestos en todo el sector público, cifra que luego se incrementó a 91 mil, redundando en 4,8 mil millones de dólares proyectados a gastare en remuneraciones fiscales, en circunstancia que perfectamente podrían haber sido destinados a financiar las ayudas sociales que tanto se demandan.


En ese escenario surgieron los problemas de pago de fondos fiscales a fundaciones ligadas a los partidos políticos de gobierno, como también de otras asignaciones de dudosa fiscalización y rigurosidad en su otorgamiento. Esto representó un verdadero portazo y negativa a discutir una nueva reforma tributaria, pues solo se les pedía a los particulares mayores erogaciones y no había un compromiso de parte de la autoridad para garantizar el correcto destino de los fondos públicos.

Pues bien, la semana pasada nos encontramos con un talante distinto del ministro de Hacienda quien se reunió, nuevamente, con los representantes de la CPC para anunciar 36 medidas pro crecimiento, inversión y productividad, es decir, presentar un paquete robusto de las medidas con una inspiración totalmente distinta a la discutidas durante un año completo. Esto representó un cambio de dirección política en 180 grados.


Ahora se presenta un plan enfocado en 5 áreas: impulso a la inversión, incremento en la productividad y capital humano, transformación productiva desarrollando nuevas industrias, reducción de la informalidad e incentivos a la formalización. Lo curioso es que no hubo diálogos que antecedieran a estas iniciativas, surgiendo la duda de porqué no las incluyeron en el proyecto fracasado o en los diálogos realizados.


¿Qué fue lo que gatilló el cambio de discurso? ¿La negativa a dialogar de parte de la CPC o los casos palmarios de despilfarro de recursos fiscales?


Ahora bien, llama la atención el estilo de las 36 medidas, porque todas ellas redundan en una menor recaudación fiscal en el corto plazo. De ser efectivas, generarán incremento en los ingresos fiscales cuando existan ganancias sobre las cuales aplicar los actuales tributos. ¿Será que tanto diálogo lograron convencer al ministro que el crecimiento de la economía genera un incremento sostenido y recio de la recaudación?


Ideal sería que hubiesen nuevos diálogos, pero ahora para poder debatir o consensuar las opiniones sobre la eficacia y eficiencia de esas 36 medidas, pues pese a ser bien intencionadas, merecen alguna discusión y “pulir” algunos detalles, como el relacionado con la tasa de desarrollo del 2% que permitirá rebajar la carga tributaria de aquellos contribuyentes que inviertan en investigación y desarrollo, pues no queda clara, y no quedaba claro en el proyecto de ley que fue rechazado en marzo, la naturaleza de los proyectos que son merecedores a esta rebaja. Así también, dudo del efecto que realmente generará la depreciación acelerada que también se revive en esas nuevas iniciativas.


Además de todo lo anterior, causa mucha confusión si tales 36 medidas serán materializadas en un proyecto de ley que prontamente ingresará al Congreso o si serán una “moneda de cambio” a medidas de incremento en la carga tributaria de los contribuyentes, ventiladas en una futura y aguerrida discusión de una nueva reforma tributaria.


Sin duda que los hechos, las actitudes, los proyectos y las declaraciones de la autoridad económica no ayudan a bajar las dudas y conflictos de los distintos sectores económicos del país que hacen complicado el diálogo tributario en la actualidad y que hacen más complicada la coyuntura fiscal que estamos viviendo.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios Tributarios NRC

Universidad de Santiago

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