​Guillermo Le Fort Varela

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Guillemos Le fort

Tuve el privilegio de conocer a Guillermo Le Fort hace ya más de 50 años cuando ingresó a la Escuela de Economía de la Universidad de Chile y yo cursaba mi segundo año. Su inesperada muerte nos ha llenado de pena y agradecimiento. De pena porque ya no tendremos a mano su palabra siempre humana, siempre lúcida, siempre consecuente; ya no dispondremos de sus consejos de gran profundidad y sapiencia. También de agradecimiento porque Dios y la vida nos permitieron conocer y convivir con un hombre absolutamente excepcional. No hay espacio suficiente en esta columna para enumerar las muchas virtudes de Guillo, como le decíamos sus amigos por ello me concentraré en una característica que el aportó con generosidad y que hace mucha falta en la sociedad chilena: su tremenda coherencia. Coherencia en su vida personal disfrutando un matrimonio por más de 40 años que se prodigó en hijos y nietos. Su coherencia en el pensamiento económico. No era fácil discutir con Guillo porque para cualquier interlocutor era muy difícil mantener la rigurosidad de su análisis que llevaba a la disciplina económica al nivel de ciencia. Sin embargo, la coherencia que más nos marcó a los que tuvimos el privilegio de conocerlo, compartir, vivir y trabajar con él fue su coherencia valórica y de principios. Militó por más de 50 años en la Democracia Cristiana donde ocupó diversos roles directivos y participó en sesudos proyectos para acelerar el desarrollo de Chile. En los últimos años de su vida angustiado por la falta de coherencia en la actuación de importantes dirigentes políticos, con mucho dolor, renunció a su partido de toda la vida y se unió al movimiento progresistas Con Progreso, PCP. A pesar de ello es particularmente relevante señalar que Guillo dejó de militar en la Democracia Cristiana, pero a través de su mensaje y su acción nunca dejó de militar en el Humanismo Cristiano. Cuando muchos renunciaban a los principios para acoger posturas no cristianas o anticristianas Guillo insistió en que la vida no tiene precio y por ende no es posible, con cargo a ningún tipo de libertad, permitirle a alguien cercenar una vida en gestación.

Su tremenda rigurosidad y coherencia lo llevó a ser muy buen amigo de periodistas económicos que después de hacerle algunas preguntas terminaban tomando con él una clase express que les permitiera entender más cabalmente el fenómeno sobre el cual le preguntaban.

Guillo cultivó amistades en los distintos espacios que ocupó a lo largo de su vida profesional. Fue artífice importante del grupo que formamos una treintena de alumnos de la Escuela de Economía de la U de Chile, al cual, junto con nuestras colegas de profesión, incorporamos a nuestras esposas; la mayoría de los cuales seguimos siendo amigos y compadres 50 años después, reuniéndonos con frecuencia. Sin embargo, nuestro grupo no tiene el patrimonio de la generosa amistad de Guillo quien cultivó grandes amistades mientras representó a Chile en organismos internacionales o tras su paso por el Banco Central y en los últimos años en consultorías a empresas.

Otra faceta muy importante en la vida de Guillo fue la docencia. Cada vez que estuvo radicado en Chile dedicó un tiempo importante a la docencia, quizás la actividad que más lo motivaba, formar personas, formar economistas que tuvieran una mirada más humana de la economía.

Querido Guillo nos dejas a tus muchos amigos con la tremenda tarea de no bajar la guardia de los principios y valores que guiaron tu vida. Si somos fieles a tu legado permanecerás cotidianamente con nosotros.


Mario Astorga De Valenzuela



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