​En qué situación económica estamos este 2021

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Vu00edctor Salas

Las medidas sanitarias aplicadas para controlar la pandemia del covid-19 finalmente han permitido iniciar la recuperación de nuestra economía.

Las medidas de política económica aplicadas (monetaria, fiscal, social, cambiaria, entre otras), están destinadas a proteger el ingreso de las familias y a reactivar la economía, pero el conjunto de ellas (públicas y privadas) están generando indeseables desequilibrios macroeconómicos, observándose así que la demanda interna está aumentando fuertemente, que se crean altas presiones inflacionarias, que tenemos una fuerte reactivación, pero con una baja creación de nuevos puestos de trabajo. Además, se observa una progresiva depreciación del peso y una creciente incertidumbre en el mercado financiero.

Las medidas fiscales (aumento del Ingreso Familiar de Emergencia universal) y las decisiones del gobierno, el parlamento y los privados (tercer retiro previsional) son los que impulsan fuertemente, en 2021, la expansión de la demanda interna.

Los mayores gastos fiscales por el IFE universal, el bono clase media y el bono pyme alcanzan a un gasto entre junio y mitad de septiembre de alrededor de MMUS$12.500 en conjunto y, la prolongación del IFE universal hasta noviembre 2021, incorporará cerca de MMMUS$6.000 más. Además, desde mayo al 30 de julio, se han retirado MMUS$12.696,9 de los fondos previsionales (3er retiro). En suma, ha entrado a la economía alrededor de 3 mil US$ millones mensuales, que están aumentando la demanda interna y junto con el gran avance en el proceso de vacunación y el mayor control sanitario, han permitido un aumento de la propensión a consumir por parte de los individuos y una rápida recuperación económica que ha superado las expectativas y los precios.

Las presiones en los precios ya se observan en el aumento mensual de julio (0,8%) que anualizado llega a 4,5% (INE, 2021). A la vez, el Central proyecta una inflación anual en 2021 de 5,7%. Los precios también se ven impulsados al alza por rezagos productivos internos y por un tipo de cambio nominal depreciado respecto del dólar, que puede inducir aumentos en los precios de productos importados: insumos (petróleo), bienes finales (autos, trigo). Todo lo cual induce al Banco Central a continuar retirando el estímulo monetario, subiendo en agosto la TPM desde 0,75 a 1,5%, buscando una fuerte corrección de la inflación para este año. Esta medida, claramente, tendrá efectos de contención de la reactivación productiva y peor aún sobre la creación de nuevos puestos de trabajo. En síntesis, la política monetaria se anticipa y privilegia el control de precios, sin darse un tiempo de espera para el ajuste la presión inflacionaria, que es un fenómeno temporal, asociado con el aumento de la demanda interna.

Adicionalmente, desde principios de julio, se observa una progresiva depreciación del peso, alcanzando el 20 de agosto un máximo de $789,98 y con un incremento porcentual entre el 6 de julio y el 25 de agosto del 5%, fenómeno asociado a expectativas negativas respecto de posibles rebrotes de la pandemia con la variable delta que puede provocar nuevos confinamientos en China, Australia y otros países, cuyo impacto afectará la recuperación de la economía mundial y como rebrote de la pandemia también llegará a Chile, sanitaria y económicamente. Pero, sin duda el factor político juega un rol preponderante en las expectativas negativas que tenemos en el país (elaboración de Nueva Constitución, durante éste y el próximo año; Elecciones Presidenciales y Parlamentarias, en noviembre 2021, y más coyunturalmente, la discusión sobre un cuarto retiro del 10% desde las AFP). Un dólar alto puede provocar presiones sobre los precios internos, dada la dependencia de nuestro consumo sobre bienes importados (celulares, autos, maquinaria) y el combustible.

Tenemos una fuerte reactivación, pero también una baja creación de nuevos puestos de trabajo. La economía chilena, junto al incipiente y temporal aumento de precios, está en un proceso de recuperación productiva, pero a la vez, está creando pocos nuevos puestos de trabajo, manteniendo una tasa de desempleo más bien alta, de 9,5% en junio y 8,9% en julio, mientras que el IMACEC crece fuertemente, a tasas de 14,1% en abril, 18,1% en mayo, 20,1% en junio y 18,1% en julio. Los altos niveles de desempleo se han mantenido entre 10,8% en noviembre 2020 hasta 10,4% en marzo 2021, 10,2% en abril y 10% en mayo, 9,5% en junio y 8,9% en julio, datos que corroboran la estimación de que alrededor de un millón de personas ha perdido su trabajo en la pandemia y no lo ha recuperado, desvinculación de tendencias entre actividad productiva y empleo que, sin duda, augura conflictos sociales si la reactivación productiva no está asociada con creación de nuevos puestos de trabajo. El INE estima que aún falta por recuperar 776.000 empleos, sin incluir a los inactivos potencialmente activos.

Mantener los equilibrios macroeconómicos no pueden llevarnos a estabilizarnos en un crecimiento del PIB entre 1% y 2%, por ello, junto con poner atención a los precios se debe poner atención a la reactivación con creación de nuevos puestos de trabajo. Esa es la tarea de la política económica en nuestro país, en este momento.


Víctor Salas Opazo

europapress