Cerremos las brechas para tener un país más parejo y menos pobre

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Gabriela Clivio

Este año más que nunca-y como consecuencia entre otras cosas de la pandemia-lamentablemente las desigualdades se agudizarán. Lo anterior, a pesar de las transferencias directas efectuadas, los aumentos de la deuda pública, los retiros del 10% de los fondos de pensión individuales y los créditos Fogape. Es cierto que muchas de estas ayudas tardaron en canalizarse,pero no podemos calificarlas de “poco ambiciosas”.

La realidad de la que nadie habla, es que la pandemia y la fase prolongada precedente de tasas de interés excepcionalmente bajas junto con las compras de activos realizadas a gran escala por algunos bancos centrales también han contribuido a la desigualdad de ingresos y riqueza.Es bien sabido que las decisiones de política monetaria inevitablemente tienen algunasconsecuencias distributivas. La razón es que los cambios en las tasas de interés influyen en la actividad económica a través de los cambios en los ingresos, los equilibrios y precios de los activos.Así por ejemplo, tasas de interés más bajas redistribuyen el ingreso y la riqueza desde los acreedores hacia los deudores, desde los arrendatarios hacia los propietarios de viviendas y a menudo desde los jóvenes hacia los mayores y desde los depositantes hacia quienes invierten en acciones. Pero todo lo anterior no es más que efecto a corto plazo y deben sin duda ser puestos en perspectiva.

Por otro lado, las tendencias en materia de desigualdad son impulsadas fundamentalmentepor factores estructurales. En las últimas dos décadas, en particular, el impacto de la globalización y la tecnología en materia de desigualdad ha sido ampliamente documentado. Es ahí donde se juega el partido de las políticas estructurales, esas que van desde la educación, la salud y la competencia hasta la búsqueda de igualdad de oportunidades. La suma o la combinación de todo lo anterior es lo que finalmente permitirá acortar o reducir las brechas en materia de desigualdad. La política fiscal, en particulara través de sus políticas de redistribución es un jugador importante en este partido.

Debemos buscar la reducción de la desigualdad después de impuestos y, de esta manera, los impuestos no son un fin en sí mismo, sino un mecanismo para perseguir una mejora en la distribución del ingreso. Si bien es cierto que la política monetaria carece de herramientas para mejorar la distribución del ingreso de manera estructural, también es cierto que la autoridad monetaria puede fomentar el desarrollo financiero, ampliar la inclusión financiera y promover los servicios de pago de bajo costo. Esto a mi juicio constituye uno de los macrodisruptores que llegaron para quedarse.

Como consecuencia de su crecimiento económico, Chile ha experimentado importantes niveles de reducción de pobreza desde el 68% de los años 90. En los tiempos pre-covid la tarea pendiente era mejorar la distribución. Ahora, en este año 2021, tenemos el mandato dual de retomar la senda de crecimiento que abandonamos y de construir una sociedad menos desigual.Nunca, en todo caso, la solución pasa por embanderarse con la búsqueda de una sociedad más pareja pero más pobre.


Gabriela Clivio, Economista y CFA

europapress