​Blog del FMI: Línea de Liquidez a Corto Plazo, una nueva herramienta del Fondo para proporcionar ayuda en la crisis

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Tiempos difíciles para los mercados emergentes


La pandemia de COVID-19 ha provocado graves alteraciones en la economía mundial, a todos los niveles. Las condiciones financieras se han endurecido drásticamente en todo el mundo. Se han retirado inversiones de cartera de los mercados emergentes en un volumen (una cifra récord de aproximadamente USD 100.000 millones) y a una velocidad sin precedentes, y en algunos casos los mercados, de hecho, están congelados. Esto ha creado una gran demanda de liquidez en dólares de EE.UU. y hace que los mercados emergentes se vean ante una aguda escasez de liquidez.

Varias instituciones han respondido ante este desafío: los principales bancos centrales han extendido líneas bilaterales recíprocas de swap, y a más países que durante la crisis financiera mundial, y por su parte la Reserva Federal de Nueva York proporciona liquidez en dólares a varios países más mediante su programa de repos. Sin embargo, la Reserva Federal y los demás bancos centrales no pueden proporcionar swaps a todos los países, y muchos países de mercados emergentes miembros del FMI aún se enfrentan a una escasez de liquidez y se verán en ocasiones ante el riesgo de una frenada brusca de la afluencia de capitales durante cierto tiempo, incluso mucho después de que caduquen las líneas de swap. Esto pone de manifiesto una brecha crítica en la red mundial de seguridad financiera, que hemos procedido a cubrir rápidamente.


Un nuevo mecanismo del FMI para proporcionar liquidez


No podemos predecir cuándo se producirá una escasez de liquidez. Pero sabemos que cuando se congelan las redes mundiales de suministro de capital, un problema de liquidez de corto plazo puede transformarse con rapidez en un problema de solvencia más profundo y de mayor duración. Para tales casos, una línea de liquidez disponible cuando se la necesite puede ser una tabla de salvación.

El FMI respondió a esta necesidad mediante la creación, la semana pasada, de un nuevo servicio financiero, la Línea de Liquidez a Corto Plazo (LLCP), el primer nuevo instrumento de financiamiento del FMI que se crea en casi diez años. Como parte de su estrategia más amplia para responder a la crisis , este nuevo servicio financiero proporciona una línea de crédito fiable y renovable, sin condicionalidad ex post, a países miembros con fundamentos y marcos de política económica muy sólidos, es decir, los mismos criterios de habilitación que otro servicio del FMI, la llamada Línea de Crédito Flexible (LCF). La LLCP se ha concebido para hacer frente a una necesidad de balanza de pagos especial—potencial, moderada y de corto plazo—que se refleja en presiones sobre la cuenta de capital a raíz de shocks externos.

Cuando un país firma una LLCP estará transmitiendo a los mercados una señal de que el FMI avala la gran solidez de su marco de política económica y sus instituciones. Esto, a su vez, puede reducir los costos de financiamiento para el país, y proporcionar un valioso respaldo en épocas de volatilidad. La LLCP también puede ayudar a reducir las necesidades de financiamiento futuras al contribuir a que los países contengan un problema de liquidez de alcance moderado antes de que se transforme en un problema mayor. Estimamos actualmente que la demanda total de recursos de la LLCP por parte de varios países podría ascender a USD 50.000 millones, una proporción mucho más modesta del total de USD 1 billón de recursos del FMI que la que se requeriría si, en su lugar, el mismo grupo de países solicitara programas respaldados por la institución.

Cuando muchos países se enfrentan a fuertes necesidades de financiamiento, abordar el problema cuanto antes puede limitar las necesidades futuras y las repercusiones adversas en otros países.


Diseño innovador, bajo costo


La LLCP presenta características innovadoras, en particular el acceso rotatorio que permite giros y reembolsos reiterados a lo largo de sus 12 meses de duración. Este servicio financiero no funciona como un préstamo tradicional y, en cambio, puede asemejarse en algunos aspectos a una tarjeta de crédito, de la que se puede retirar dinero, y devolverlo, hasta un cierto límite.

La LLCP también es renovable, en el sentido de que es posible solicitar acuerdos sucesivos mientras el país mantenga los criterios de habilitación y persista su necesidad de balanza de pagos especial. Todas estas características podrían ser de gran valor para los países miembros mientras procuran superar la crisis y transitar la etapa futura de gran incertidumbre hacia la recuperación.

La LLCP tiene una estructura singular de cargos y comisiones que respalda su carácter rotatorio: 8 puntos básicos, es decir, USD 800.000 por una línea de crédito de USD 1.000 millones. Para situarlo en contexto, si un país miembro que reúne los requisitos pertinentes tiene una deuda pública de USD 20.000 millones, y obteniendo una LLCP puede reducir sus costos de financiamiento tan solo en 1 punto básico, ahorraría USD 2 millones, y en la crisis actual esos USD 2 millones podrían ser mucho más útiles para atender necesidades críticas de atención de la salud y protección social que para atender el servicio de la deuda.


Cooperación internacional reforzada


El establecimiento de la LLCP demuestra el compromiso del FMI de ofrecer respaldo a países miembros que no siempre tienen acceso a otras líneas de liquidez, complementando las reformas de la institución para reforzar sus instrumentos de financiamiento de emergencia y proporcionar alivio de la deuda a los países más pobres. De muchas formas, la LLCP también es una muestra clara de la voluntad de los países miembros del FMI de hacer a un lado las diferencias y aunar fuerzas en estos tiempos de crisis. Si bien la creación de la LLCP fue analizada durante años, el Directorio Ejecutivo del FMI logró llegar a un consenso en torno a una propuesta y aprobar el nuevo servicio financiero en cuestión de días. Este es el tipo de actuaciones decisivas que se necesitan para atender las necesidades de los países, grandes y pequeños, que están luchando para paliar las repercusiones económicas de la pandemia de COVID-19.


Geoffrey Okamoto 

Primer Subdirector Gerente del Fondo Monetario Internacional.

europapress