La democracia en la UTI, posiblemente en sus últimos estertores

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Mario astorga (columnista)Creo que la gran mayoría de los chilenos cree, junto con Winston Churchill, que “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás”. Muchos autocomplacientes comparan los altos niveles de abstención y la irrupción de las movilizaciones y olas de violencia que se le han colado a las mismas, con lo que está ocurriendo en otros países; aún cuando no se pueden desconocer las tendencias internacionales, es una decisión de cada sociedad cuanto se deja permear por ellas.

Chile, al igual que otras naciones, cierra con presteza sus fronteras frente a las amenazas sanitarias y las ha abierto frente al calentamiento global, a la calidad de la alimentación vía rotulación, etc. En otras materias las barreras que ha establecido Chile han sido laxas, o no han existido. Mientras Perú, Brasil y Argentina defendieron su industria local de la globalización, Chile dejo a todas sus industrias, especialmente sus PyME, indefensas frente a los grandes competidores de Asia. No estoy estableciendo un juicio de valor si eso fue bueno o malo, solamente digo que no es cierto que todas las tendencias y procesos internacionales tienen, necesariamente, que traspasar nuestras fronteras.

Un ejemplo es la abstención electoral. Es cierto que en la mayoría de las democracias desarrolladas la abstención le ha ido ganando espacio a la voluntad de votar, sin embargo, hay países que a pesar de ser desarrollados tienen bajos niveles de abstención (Australia, Bélgica, Dinamarca, Suecia, todos con abstenciones bajo el 14%). En los últimos 10 años Chile ha sido el país donde más dramáticamente ha crecido la abstención en AL y tan mal como con el Índice Gini, estamos entre los países con mayor abstención en el mundo.

El crecimiento de la abstención en Chile no es homogéneo y tiene varias aristas, (ver estudio del PNUD Diagnóstico sobre la participación electoral en chile) entre ellas: la abstención es mucho menor entre las personas de más alto nivel de ingresos (normalmente asociado a mayor nivel de escolaridad), entre los ciudadanos de mayor de edad (que normalmente tienen una mayor tradición electoral y apego al cumplimiento de normas) y en las ciudades menos densas, (donde, sobre todo en las elecciones municipales, se conoce mejor a los candidatos). Por ende, la abstención no es sistémica, hay claras diferencias por segmento, que podrían trabajarse de forma independiente.

¿Por qué la democracia chilena está en la UTI? Porque en una democracia representativa como la de Chile la “legitimidad” de las autoridades depende TOTALMENTE de la participación de los ciudadanos en las elecciones; es a través del voto que el ciudadano manifiesta sus preferencias y ejerce un control respecto de sus autoridades y representantes.

¿Qué nos ha llevado desde una abstención de solo el 2,4% para el Plebiscito de 1988 a una abstención del 64% en la última elección? Varios estudios señalan que hay tres grupos de abstención: involuntaria (razones ajenas a la voluntad de la persona), racional (distancia de la política sin tener una postura de confrontación) y rebelde (no votar como expresión de rechazo al sistema). La que aumentó, sin que la clase política se diese cuenta, (y el voto voluntario no ayudó) fue este último tipo de abstención. Las recientes manifestaciones y algunos de los actos de violencia asociados demuestran que este es el grupo creciente. Perdió la buena política, la que convence de sus postulados a los electores, la que negocia de manera abierta y no entre cuatro paredes, la que transa porque solo las dictaduras pueden imponer sus postulados y que sabe que no hay otra manera de avanzar.

Las múltiples acusaciones de corrupción hacia los parlamentarios, su participación en actos de cohecho, en el uso de recursos públicos para sus campañas, el acceso a financiamiento ilegal para sus campañas, partidos políticos fragmentados y re-fragmentados donde el grupo adversario interno es tratado con más inquina que al externo, partidos con inversiones financieras en las empresas más cuestionadas o con militantes vinculados al narcotráfico, o a los juegos de azar, o a los derechos de agua; políticos de izquierda financiados por el testaferro de Pinochet, etc. No es solo que buena parte de la dirigencia política se desconectó del ciudadano común y corriente, sino que una parte demasiado importante de ella bajó sus estándares morales al mínimo, se corrompió, se vendió y terminó haciéndose cómplice de salarios mínimos y pensiones de hambre, de una salud y educación de mercado que ha anclado a los más vulnerables a la pobreza por la pésima calidad de la educación y salud que pueden “comprar”. Los nuevos partidos, supuestamente creados para renovar la política, adquirieron demasiado rápidamente las mismas malas prácticas de la antigua política, caudillismo y fragmentación.

Por lo tanto, me niego a la autocomplacencia de “entender” que la abstención y el descontento en Chile como resultado a una tendencia internacional. Al menos los autocomplacientes deben buscarse mejores argumentos para explicar la abstención.

La deslegitimación de la estructura democrática del país está en proceso de acrecentarse de una manera irreversible. Las principales encuestas realizadas una vez comenzadas las manifestaciones han dejado muy en claro que más del 70% de los chilenos NO se sienten identificados con ninguno de los partidos, del amplio espectro que hay en Chile, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha; sin embargo y a pesar de eso, la actual Ley General de Elecciones les permite a los partidos políticos seguir manteniendo cerca de un 100% de los cargos elegibles en las diferentes elecciones, especialmente para los cargos de Senadores, Diputados, Consejeros Regionales, Concejales Municipales y redactores de la Nueva Constitución. ¿Cómo es así? La ley permite que se junten en un Pacto Electoral varios partidos, no les pone ninguna restricción, incluso podría el PC ir con JA Katz en el mismo pacto sin ningún problema. La mecánica electoral establecida para definir cuantos cargos le corresponde elegir a cada pacto es la Cifra Repartidora. ¿Qué significa eso? Sería un poco complejo en esta columna explicar la mecánica, pero en síntesis significa que un candidato puede salir electo independiente de la cantidad de votos que él obtenga, (como ocurrió en la última parlamentaria en que varios congresistas fueron arrastrados a pesar de sacar una cantidad insignificante de votos), su éxito depende de cuantos votos acumula su Pacto Electoral. Pero lo más grave no es eso, sino que los independientes, es decir los que de una manera u otra representan al 70% que no se siente representado por los partidos políticos actuales, no tienen casi ninguna posibilidad de ser electos, ya que la suma de todos los votos de los candidatos de un pacto que reúne a varios partidos tenderá a ser mayor a los votos que obtenga cualquier candidato independiente. Podría darse el contrasentido que los votos de los independientes sumen un 70% del total a nivel nacional, y aún así todos los candidatos electos sean de los partidos políticos, aunque los votos de estos sumen menos de un 30%. Si los partidos políticos representados en el congreso, con el apoyo del gobierno no resuelven este error, querrá decir que no creen en la democracia representativa, solo creen en usar cualquier subterfugio para la conquista del poder. Este error en la actual ley General de Elecciones genera menos legitimidad hacia las autoridades electas que el vapuleado BINOMINAL 


Mario Astorga De Valenzuela

europapress