Frente a los acontecimientos de los últimos días y horas, en la calle y en los pasillos de poder, cabe preguntarse si el comportamiento de los múltiples actores corresponde a estrategias conscientes y dirigentes, o simplemente a tácticas reactivas y (más o menos) oportunas.
Reduciremos el análisis: El gobierno (la rama ejecutiva), la oposición (partidaria y legislativa) y “el estado” (todos los poderes juntos). Desde luego, las estrategias suelen ser inter-dependientes, se nutren y se comunican entre ellas.
El gobierno frente a este “cisne negro” (evento inesperado de alto impacto) que se le cruzó, tenía las opciones clásicas de “fight, flight, flow” (luchar, huir, fluir). Observamos elementos de “luchar” (la famosa “guerra”) y fluir (las concesiones). No se vieron indicios de huir “a lo Evo”, hay que reconocerlo.
El triple anuncio presidencial del martes sobre la paz, la agenda social y “la cuestión constitucional”, fue recibido con sorpresa. Los comentaristas no pudieron descifrarlo. El acuerdo suscrito el viernes en la madrugada da lugar a un gran alivio. ¿Qué pasó? Aquí una interpretación estratégica. Dada la envergadura de la violencia, el nulo poder parlamentario de la derecha y la aversión de aplicar una (real) fuerza pública, los vectores estratégicos pueden haber sido el control de daño y ganar tiempo.
El control de daño significa aceptar un escenario negativo, sobrevivir, y minimizar el impacto de lo ocurrido. Ganar tiempo consiste en apostar por un descenso automático del problema (el cansancio de la contra-parte), o para tener un espacio para re-articularse y tratar de dividir al adversario. Diseñar un contra-ataque aparentaba difícil por el debilitamiento sufrido por el gobierno, aunque algunas herramientas seguían vigentes. Capaz que el atraso del anuncio del martes en 90 minutos, el rumor que las fuerzas armadas hayan pedido mayor respaldo como condición de “salir nuevamente” (y que la próxima vez sus cuarteles se defenderán de verdad) y el “aviso” de las reservas policiales para re-integrarse haya sido por diseño estratégico. ¿Demasiado sofisticado y hollywoodense?
Ojo, esta estrategia, para que funcione, tiene condiciones: Fijar los límites, los no-negociables, y comunicarlos creíblemente a la contraparte. En este caso, posiblemente el plebiscito final con pisos calificados (quorum) y evitar “las asambleas populares” (léase manipulables). Al llegar al límite, se tiene que estar dispuesto de decir no, incluyendo tolerar mentalmente el costo ultimo del peor caso (el gobierno cae). Y que la contra-parte así lo entienda, el elástico del gobierno se ha extremado. Llevar la batalla al campo comunicacional. Aislar los segmentos, si los hay, de los políticos democráticos vis-a-vis los revolucionarios.
Desde el punto de vista de “la oposición”, la gran pregunta es si fue una estrategia elaborada o un simple oportunismo de subirse a una ola sociológica. En caso que haya sido una estrategia explicita (diseñada y ejecutada por fuerzas oscuras nacionales y extranjeras), tenemos unos pupilos genios de Macchiavello. Es desafiante coordinar las masas “pacificas”, los anarquistas, los terroristas, el lumpen y los muy numerosos partidos y políticos. Merecería libros de política, historia y estrategia, además de películas taquilleras. La alternativa es que se dieron circunstancias históricas al azar, y resultó la “suerte” que temporalmente se formaba una mancomunidad de intereses.
Supongamos que el acuerdo suscrito de las últimas horas, nos han vuelto a la razón sensata, políticamente. El estado, con todos sus poderes, se cohesiona. ¿Cuál es la estrategia de eliminar la violencia en la calle? ¿Ya ha tomado su propia dinámica? ¿Todos están de acuerdo de aplicar ley y orden con todo lo que implica? ¿O hay alguien que pueda pacificar y mandar a su casa a los vándalos …?
Hoy tenemos esperanza con incertidumbre. Una chispita, una palabra x, o un evento trágico, pueden encender todo Chile. Faltan detalles, que ni siquiera conocemos, para implementar lo acordado (¡y evitar trampas!). Aparentemente dominó la visión de una social-democracia por sobre la revolución bolivariana. Australia versus Venezuela. Dependíamos de los partidos de la izquierda tradicional. ¿Es nuestra “izquierda buena” o su concurrencia se obedece a un análisis estratégico? ¡Al oponerse a un plebiscito final (e insistir en las curiosas asambleas populares), se habría revelado que SABIAN que el pueblo, en última instancia, estaría en su contra, que no quiere la refundación de Chile! El triunfo de la estrategia.