Harald Ruckle



Harald Ruckle

Hoy se asoma una oportunidad sin precedentes para lograr la mayor movilidad social justificadamente demandada, y con beneficios morales y económicos para la sociedad. Existirá el acceso a una educación de nivel mundial para prácticamente todos los estudiantes de cualquier edad. Con una condición: saber inglés. Veamos por qué, y cómo aprovechar este salto innovador

En los tiempos del coronavirus la pregunta sobre la autonomía “concedida” a nuestros colaboradores ha vuelto a saltar. Al trabajar en forma remota, los medios tradicionales de control, de horario y por supervisión directa, se convirtieron en obsoletos. Más que un gerente posiblemente se sienta incomodo, al no poder observar físicamente en qué medida los empleados estén “trabajando”. Obviamente los sistemas de control solo daban constancia de la presencia física de la persona en un lugar específico, y poco decían de su contribución a los procesos productivos de la empresa. Desde luego los administradores  tenían la consciencia de esta severa limitación, y se ha buscado, y en alguna medida se ha encontrado, como medir el desempeño del trabajador en términos de su valor agregado al éxito de la organización.

Por lo menos dan cuenta de las complejas y voluminosas interdependencias y de lo colorido que es la vida mosaica.

Mucho se ha escrito durante los últimos meses sobre el desafío de trabajar o enseñar en modo remoto. A continuación algunas observaciones prácticas como re-enfocarnos; un aprendizaje todavía en curso, con múltiples mejoras por explorar. Difícilmente logremos sustituir todas las bondades de lo presencial, como la espontaneidad y la calidez humana; sin embargo podemos descubrir las ventajas de la interacción virtual.

Cada empresa es única. Cualquier compañía o institución, siendo organismos sociales compuestos por seres humanos únicos, siempre ha sido, es y será distintiva.

El día 8 de noviembre, en pleno auge de la crisis política y callejera en Chile, se publicó en este medio el primer capítulo de “qué hacer mientras tanto”, dirigido a los empresarios. Se apelaba a utilizar la situación amenazadora para efectuar cambios en nuestro comportamiento empresarial. Se expusieron iniciativas de bajo costo monetario, y con impactos positivos para la sustentabilidad de largo plazo y lograr una mayor cohesión organizacional a corto plazo.

A unos diputados iluminados de la izquierda se les ocurrió otra manera de atacar a los ricos tan odiados por su radicalizado sector. A partir de un monto total de 4 mil millones de pesos (aproximadamente 5 millones de dólares) a traspasar a los herederos, el dinero que supera este límite se debe entregar al estado. Todo. Ojo, es un proyecto de ley ingresado a la cámara.

Estamos absorbiendo cientos, si no miles, de malas noticias. Es verdaderamente deprimente ver los actos de vandalismo y escuchar del daño causado a empresarios y sus trabajadores, sin hablar de las odiosidades vociferadas en los medios sociales. Estamos leyendo un sinnúmero de diagnósticos, aunque menos propuestas (si excluimos las utopías y los aprovechamientos políticos).