Sr Director,
En su último Informe de Política Monetaria, el Banco Central fue concluyente al advertir que medidas como el alza del salario mínimo y la Ley de 40 horas han tenido impactos negativos en el empleo y en su formalidad. En efecto, en el caso de la industria manufacturera, principal generadora de puestos de trabajo de calidad, los costos laborales han minado su competitividad.
La presidenta del instituto emisor precisó que la única forma de compatibilizar estas reformas con un mercado laboral sano es elevar la productividad, un desafío que Chile arrastra desde hace más de una década. A pesar de ello, el debate económico sigue centrado en crecimiento y distribución, olvidando que la productividad es la que sustenta a ambos.
A ello se suma un problema de competitividad: los mayores costos laborales que enfrentan las empresas nacionales no se exigen a los productos importados, generando una competencia desleal. La productividad es clave para el futuro, pero mientras se alcanza, resulta urgente nivelar las condiciones para que la industria chilena pueda sobrevivir y competir.
De cara a las próximas elecciones presidenciales, este no puede seguir siendo un tema secundario. Si los candidatos no incorporan la productividad como eje central de sus programas —junto con reglas de competencia justas—, Chile arriesga hipotecar su crecimiento sostenible, el empleo de calidad y la equidad futura.
Fernando García L.
Presidente ASIMET