​Cumplimiento normativo: de la teoría a la cultura organizacional

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Cuando las personas usan servicios informales para enviar dinero, asumen riesgos que muchas veces desconocen. Pueden perder sus fondos en una estafa, quedar expuestos a que sus datos personales sean mal utilizados o, incluso sin intención, terminar involucrados en delitos como el lavado de dinero o el financiamiento del terrorismo. Y lo más preocupante es que, en caso de problema, no existe garantía de devolución ni de responsabilidad: muchas veces la empresa simplemente desaparece.


Por eso resulta clave confiar solo en instituciones que operen bajo marcos regulatorios claros. Una empresa seria debe garantizar que los fondos de sus clientes sean rastreables, que exista transparencia en el proceso y que, en todo momento, se pueda acreditar dónde están los recursos. Del mismo modo, la seguridad de la información no puede ser un detalle accesorio: se requieren mecanismos robustos que resguarden datos personales con el mismo cuidado que se protege el dinero.


Ahora bien, el cumplimiento normativo no puede limitarse a un manual escrito. Debe transformarse en una verdadera cultura, asumida desde la más alta administración hasta el último colaborador. Para lograrlo, el Oficial de Cumplimiento (profesional responsable de asegurar que una organización se adhiere a las leyes, regulaciones, normativas internas y prácticas éticas aplicables a su sector), debe estar en constante preparación, transmitiendo ese conocimiento al resto del equipo. Pero más importante aún, el compliance debe dejar de verse como un freno y pasar a ser un aliado estratégico en el desarrollo de ideas y proyectos.


El ejemplo es fundamental. Cuando los líderes se comprometen con el cumplimiento, se genera un efecto natural en toda la organización. El compliance deja de ser un grupo aislado y se convierte en un pilar transversal, donde cada persona asume un rol activo en garantizar que la compañía opere de forma íntegra.


Finalmente, también los usuarios tienen un papel clave. Existen señales simples para saber si una institución cumple con la ley. En la mayoría de los países, los registros de entidades autorizadas son públicos. En Chile, por ejemplo, la Unidad de Análisis Financiero (UAF) actualiza cada semestre el Registro de Entidades Reportantes, que cualquier persona puede revisar antes de confiar sus recursos.


María Daniela Gómez, gerente legal, CurrencyBird


europapress