Mazal Tazazo, superviviente del Festival Nova, incapaz de "sanar" dos años después del 7 de octubre

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Tazazo, que fingió estar muerta durante el ataque, desvincula a la comunidad árabe de las atrocidades cometidas por Hamás

JERUSALÉN, 10 Sep. (De la enviada especial de Europa Press, Raquel Coto) -

En el memorial erigido en recuerdo de las víctimas de las masacres cometidas por las milicias palestinas en el Festival Nova, la superviviente Mazal Tazazo, que fingió estar muerta para evitar que los terroristas del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) la asesinaran mientras intentaba esconderse en la carretera 232, que discurre en paralelo a la Franja de Gaza, ha asegurado que todavía no ha podido "sanar" las heridas psicológicas del 7 de octubre y siente que todavía está "en guerra".


Las secuelas psicológicas de los ataques resurgen cada vez que entra, por ejemplo, a restaurantes que están llenos, si bien una de sus principales razones para seguir viviendo es su hijo, cuenta durante un encuentro con periodistas organizado por la Embajada de Israel en España. El caso del suicidio de Shirel Golan ha hecho despertar las alarmas de las autoridades israelíes ante la profunda crisis de salud mental que afecta a los que sobrevivieron al Festival Nova, si bien se desconocen cifras oficiales.


Tazazo acude frecuentemente al lugar para explicar a grupos cómo ocurrieron los ataques. Alló se han colocado cientos de fotografías, acompañadas por velas, flores y objetos personales para recordar a las más de 350 víctimas que murieron a manos de Hamás cerca del desierto del Néguev durante el festival de música electrónica, celebrado en el marco de Hoshaná Rabá, el último día de la festividad judía de Sucot. Lo que comenzó como un memorial improvisado acabó convirtiéndose el pasado año en un espacio conmemorativo impulsado por el Fondo Nacional Judío (FNJ) para preservar la memoria de los jóvenes que perdieron la vida como consecuencia de los atentados terroristas.


A unos pocos kilómetros del kibutz Reim, en el asentamiento israelí de Tkuma, se encuentra también el llamado cementerio de los coches, donde se exhiben los vehículos quemados por las llamas y acribillados por las balas en los que trataron de huir los asistentes al festival, muchos de los cuales fueron saqueados tras los ataques. Numerosos grupos, incluyendo escolares, visitan cada día el lugar para entender la masacre, grabada por los propios terroristas con las cámaras que llevaban sobre sus cuerpos.


EL 7 DE OCTUBRE, TRAGEDIA NACIONAL


Tazazo, de 35 años, acudió al Festival Nova junto a sus amigas Daniel Cohen y Yohai Ben Zecharia, que murieron a manos de los milicianos aquel 7 de octubre. Sobre las seis de la mañana decidieron ir a buscar unas gafas de sol, pero la música se detuvo tras el lanzamiento de varios cohetes desde el otro lado de la frontera. "Teníamos esperanza de que se reanudase la fiesta. 'Solo son proyectiles', pensamos. Es una locura decirlo, pero es la realidad. Con el tiempo, las fuerzas de seguridad vinieron hacia nosotras y nos pidieron que nos fuéramos a casa", ha asegurado.


Las tres intentaron salir del festival desde la carretera 232, pero el atasco impedía que la mayoría de los vehículos se moviesen. "Imaginen a 3.000 personas intentando llevarse sus cosas e irse", ha afirmado, agregando que tras unos diez o quince minutos empezaron a escuchar disparos desde el kibutz Reim y decidieron esconderse, como el resto de los asistentes, debajo de su coche en medio del constante tiroteo entre las fuerzas de seguridad israelíes y los milicianos palestinos.


"No había a dónde ir y cada vez estaban más cerca. Al final llegamos a una hilera de árboles al lado de la carretera. Daniel y Yochai empezaron a cubrirse con plantas. Yo hice lo mismo, pero no me sentía segura. Estaba muy expuesta, con la cara hacia el cielo. El suelo aquí está muy seco y realmente no había arena, no se podía cavar. Había muy pocas hojas", ha recordado. Unos minutos más tarde, se colocó boca abajo y cuando un grupo de terroristas llegó a la zona, notó cómo le golpearon la mano con la que se protegía la nuca con lo que parecía ser la culata de un arma.


Tazazo decidió fingir entonces que estaba muerta mientras los milicianos palestinos le enrollaban una cuerda por las piernas en un intento por llevársela secuestrada hacia la Franja de Gaza. "Uno de ellos vino hacia mí, así que contuve la respiración. Levantó mi cara, me miró, supongo, y después se fue", ha explicado la superviviente, que cayó desmayada por la severa herida que tenía en el cuello y recuperó la consciencia, horas después, junto a sus amigas, quienes yacían muertas a su lado.


"Sabía que no podía moverme mucho porque seguían disparando hacia los arbustos", ha rememorado. Tras varias horas esperando en silencio, se encontró con otra superviviente de la masacre, si bien ambas se separaron minutos después debido a que los milicianos de Hamás empezaron a incendiar toda la arboleda que se extiende a los lados de la carretera para intentar matar al resto de supervivientes, que huían de las llamas. "Le dije a la chica: ¿Ves aquel coche abandonado? Voy a ir hacia allí y si muero recibiré un disparo, pero no me voy a quemar viva", relata.


Había mandado ya mensajes a sus familiares desde su teléfono móvil informando de su ubicación cuando se agazapó dentro del vehículo y se cubrió con una manta hasta que, finalmente, la joven de la que se separó horas antes volvió a buscarla, acompañada por otra persona, y se marcharon hacia un lugar seguro pasadas las tres de la tarde. "Me sacaron, buscaron en otros vehículos y juntos, unos cinco supervivientes, fuimos hacia un punto de encuentro", ha detallado.


"NO SE TRATA DE LAS TIERRAS"


"Han pasado ya dos años y seguimos explicándole al mundo que no se trata de las tierras. Se trata de un grupo de personas enfermas", ha asegurado Tazazo, agregando que Hamás "mantiene en la ignorancia" a su población y no les da derechos, como por ejemplo un buen sistema educativo, por lo que "generación tras generación" nacen personas en el enclave palestino "con el cerebro lavado" y con el alma "corrompida" que se convierten automáticamente en "monstruos" y cuyo único objetivo es "matar judíos e ir al cielo".


Durante el encuentro, la superviviente ha denunciado la violencia sexual a la que los milicianos sometieron a las víctimas durante aquel fatídico día. "Ataron a algunas chicas desnudas en los árboles. No fue solo matar y violar: les introdujeron cosas en sus cuerpos por diversión. Mataron a una chica y le enviaron mensajes y vídeos a su madre desde Whatsapp. ¿Para qué? Para hacerla sufrir en casa porque no podían estar con ella", ha dicho Tazazo, quien ha recordado que el grupo islamista también secuestró a niños, como fue el caso de los hermanos Bibas.


"Si las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) salen de Gaza, Hamás seguirá teniendo presencia allí y se recuperará; y así sucesivamente. ¿Cómo puedo sanar y estar bien en estas circunstancias? Estos enfermos viven cerca de mí. Quiero estar a salvo", ha sentenciado. La víctima de los ataques de Hamás, no obstante, ha asegurado que los extremistas son un "grupo pequeño" y ha expresado el deseo de que tanto unos como otros se sienten a dialogar por el bien de la convivencia. "Mi sueño es poder cerrar este capítulo de mi vida, pero no puedo", ha dicho.


Tazazo también ha desvinculado a la comunidad árabe de las atrocidades cometidas por Hamás y ha recordado a uno de los héroes beduinos que arriesgó su vida para salvar a otros a lo largo de la carretera 232. "Viví en Jerusalén dos años con un árabe, un musulmán que era amigo mío. Era policía y rescató a más de 200 personas. Rescató a gente y luchó contra los terroristas durante más de 15 horas y él me dijo: 'Esto no es islam. Esto es como una secta'", ha explicado esta joven natural de la ciudad de Netivot y de ascendencia etíope.

europapress