Ma. Cristina Escobar Contreras Directora Nutrición y Dietética Universidad Andrés Bello

​Colorantes en los alimentos, ¿qué estamos consumiendo?

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La industria alimentaria tiene como objetivo principal garantizar que los alimentos lleguen en condiciones seguras, atractivas y con una vida útil adecuada a supermercados, restaurantes y consumidores finales. Si pensamos en lo visual, los colorantes son los principales responsables de convertir las bebidas, golosinas, cereales y snacks en algo llamativo para el consumidor, especialmente para los niños. Sin embargo, detrás de esos colores vibrantes se esconde un tema de creciente preocupación en el área de la nutrición y la salud pública.


En el mercado podemos encontrar dos grandes grupos de colorantes, por un lado, los naturales como la cúrcuma y la clorofila y, por el otro, los de origen sintético, derivados de compuestos químicos. Mientras que los naturales suelen tener un perfil de seguridad más favorable, los sintéticos han sido objeto de múltiples estudios debido a sus posibles efectos adversos.


Colorantes artificiales como la tartrazina (E102, amarillo), el amarillo ocaso (E110), el rojo allura (E129) o el azorrubina (E122) han sido cuestionados por su asociación con reacciones alérgicas, molestias digestivas e incluso con cambios de comportamiento en la población infantil. Diversas investigaciones sugieren que algunos de estos aditivos podrían contribuir a la hiperactividad, déficit atencional y cambios de ánimo, particularmente en aquellos más sensibles o con predisposición. De hecho, en Europa se exigen advertencias en todos los productos que contienen determinados colorantes, alertando sobre su posible relación con la conducta infantil.


Como nutricionista, no puedo dejar de enfatizar que el problema no se limita solo a la toxicidad de un aditivo en particular, sino que debemos preocuparnos sobre los hábitos alimentarios que lo acompañan. Una dieta rica en alimentos ultraprocesados, que suelen incluir estos colorantes, también contienen grandes cantidades de azúcar, grasa y sodio, generando un mayor impacto en la salud integral de la población infanto juvenil.


Por lo tanto, la invitación es fomentar una alimentación basada en alimentos frescos y mínimamente procesados, educar respecto a la lectura del etiquetado nutricional y evitar en lo posible productos que contengan colorantes artificiales cuestionados. Como dato útil, tener en cuenta que según el Sistema NOVA de alimentos, todas aquellas formulaciones industriales que contengan 5 o más ingredientes, son considerados como ultraprocesados.


En ningún caso, la idea es generar alarma respecto a los colorante, sino de promover un consumo informado y consciente respecto a los alimentos que ingerimos dándole prioridad a aquellos colorantes naturales provenientes de frutas, verduras y especias.


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Ma. Cristina Escobar Contreras

Directora Nutrición y Dietética

Universidad Andrés Bello

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