Del 24 al 28 de agosto se celebrará en Estocolmo la Semana Mundial del Agua 2025, el evento más importante del mundo sobre este recurso vital, donde líderes, expertos y tomadores de decisiones se reúnen para debatir soluciones frente a la crisis hídrica y climática. Esta instancia global debería ser también un llamado de atención para Chile, uno de los países más afectados por la escasez de agua en América Latina.
Hoy enfrentamos sequías prolongadas, sobreexplotación de cuencas y una gestión fragmentada que no asegura el acceso equitativo. Según la Dirección General de Aguas, más del 50% de las comunas del país han sido declaradas en emergencia por déficit hídrico, mientras comunidades completas dependen de camiones aljibe para sobrevivir, a pesar de que concentramos el 80% de los glaciares de Sudamérica. ¿Seguiremos discutiendo diagnósticos mientras el agua desaparece frente a nuestros ojos?
El problema es ambiental, pero también social y económico: limita la producción de alimentos, compromete la seguridad de miles de familias y profundiza desigualdades, especialmente en zonas rurales donde la falta de agua potable afecta con mayor fuerza a mujeres y niñas.
La Semana Mundial del Agua es una oportunidad para reflexionar y actuar. Chile tiene el potencial de ser un referente en resiliencia hídrica si avanza hacia una gobernanza integral, inversión en eficiencia e infraestructura sostenible y un modelo que priorice la protección de ecosistemas. El momento de actuar es ahora: esperar a que el agua sea un lujo inalcanzable sería un error histórico.
Catalina Droguett
Eco periodista