¿Cuándo aplicar una reforma tributaria?

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Germau0301n Pinto


La semana pasada me consultaron cuándo era oportuno aplicar una reforma tributaria: cuando la economía está creciendo o cuando está deprimida. Mi respuesta fue, depende lo que busques con el proyecto.


En efecto, si pensamos que las reformas tributarias son solo para aumentar los ingresos fiscales deberemos considerar cómo afecta a los agentes económicos la mayor contribución que se les está imponiendo. Por otro lado, la evidencia empírica nos dice que una carga tributaria excesiva inhibe los emprendimientos y provoca movimientos de capitales hacia economías menos gravosas.


Hay muchas personas que valoran de sobremanera este criterio, justificando su propuesta en cuántos puntos del PIB pueden lograr recaudar. Así también, este parámetro pasa a ser la vara con la cual miden el éxito del proyecto impulsado.

Un ejemplo de lo anterior fue la reforma de los años 2014/2016 que fracasó en sus intentos porque recaudó la mitad de lo proyectado. El motivo del fracaso fue, según algunas opiniones, el efecto que provocó al dinamismo de la economía y generó una contracción al crecimiento.


Es así que se ha postulado que todas las reformas tributarias son malas porque afectan los bolsillos de los contribuyentes.

Sin duda que son bien intencionados quienes impulsan los proyectos tributarios para aumentar las arcas fiscales en pro de dar más bienestar a las demandas sociales, pero, al parecer, yerran en la elección de la herramienta a ocupar, porque un principio básico de la economía es que las necesidades son ilimitadas y crecientes, lo que hace muy complicado satisfacerlas con recursos limitados que vienen, precisamente, de quienes se pretende ayudar.


Otra forma de concebir las reformas tributarias es valorándolas como una herramienta de la política fiscal que ayuda a influir en las conductas de los agentes económicos, orientando sus acciones hacia los destinos que la autoridad ha definido. Bajo esta concepción, resulta oportuna una reforma tributaria tanto en tiempos de depresión como de expansión económica.


Si estamos en periodos de “vacas flacas” el proyecto tributario puede ser eficiente para recaudar solo en aquellos sectores que son más fuertes para enfrentar los escenarios adversos y, por el contrario, alentar a otros sectores más afectados que necesitan un impulso para poder expandir sus negocios o para reducir sus gastos.


Si estamos en periodo de “vacas gordas” el sistema tributario puede ser un estímulo para atraer nuevos capitales como la inversión extranjera, otorgar sistemas de tributación simplificados para sectores emergentes o políticas de incentivo a la formalización.


Estas conceptualizaciones de las reformas tributarias permiten lucir el buen estado de una economía, estimulando a más actores a participar de los provechos que se han generado, pues no olvidemos que la teoría de la competencia perfecta señala que los mercados funcionan eficientemente cuando hay más oferentes y más demandantes que permiten evitar las colusiones y otros abusos que se constatan cuando las fuerzas económicas están apañadamente concentradas.


Algo de esto se ha visto las medidas pro crecimiento que se han anunciado, superficial y resumidamente, en el Pacto Fiscal por el Crecimiento que el ministerio de Hacienda está socializando con distintos sectores.


En una de las más de 40 medidas anunciadas, están las que buscan la solucionar la informalidad de muchos contribuyentes, lo cual resulta totalmente pertinente. Pero lo inconveniente de esta medida es que no estimula la formalización, sino que castiga la informalidad, situación que no es inocua.


Es indudable que no estamos en el mejor momento económico, teniendo una importante cesantía y una baja expansión de la producción, además que venimos saliendo de una pandemia que afectó fuertemente a las pymes principalmente. Dado este escenario, algunas personas han realizado emprendimientos obligados o voluntarios, pero en ambos casos con baja rentabilidad, tan baja que son ahogados por los requisitos y tramitaciones para concebir un negocio formal. De esta forma, resulta equivocado castigar a quienes hoy están en la informalidad, siendo más provechoso que se estimule la formalización a través de procedimientos expeditos, monotributo o sistemas simplificados.


Es importante tener una clara concepción del talante de las reformas impulsadas para lograr los efectos adecuados en los momentos oportunos.


Tanto en periodos de baja como de alta resulta pertinente hacer una reforma tributaria cuando se conciben como una herramienta de estímulo y de corrección, más allá de ser una fuente de recursos estatales, pues en este último caso, tener un estado grande y que acumule riqueza, no es un factor que permita afirmar que se logra la satisfacción de las necesidades, dada la magnitud de ellas y por lo ineficiente que puede ser el estado.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director del Magíster en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios Tributarios NRC

Universidad de Santiago

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