Amarillos por Chile

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Luis Riveros

Surgió como producto de inquietudes compartidas por quienes, aunque profesando distintas apreciaciones políticas y trayectorias de desempeño público y privado, han sentido la necesidad de expresar sus preocupaciones con relación al diseño y ejecución del trabajo de redacción de una propuesta de nueva Constitución para Chile. Han compartido la opinión de que el rechazo de un proyecto que tanto ha alimentado ilusiones en la ciudadanía y que ha demandado recursos significativos, constituiría un acto penoso para la República. Pero han también afirmado que el proyecto en elaboración puede no estar cumpliendo con requisitos mínimos para satisfacer tales expectativas, y conduzca más bien a su rechazo. Es por eso que Amarillos por Chile ha levantado la voz para plantear, como puede apreciarse, tres puntos esenciales. Primero, que el proyecto de nueva Constitución debe representarnos a todos, y no ser excluyente en modo alguno. Por cierto, esto requerirá cuidados fundamentales en los acuerdos que se obtengan en vistas a mantener los mínimos necesarios para dar lugar a tal acuerdo, y requerirá un cuidadoso debate. Segundo, que la nueva Constitución no debe buscar el desmembramiento del país ni la imposición de una refundación republicana a partir de cero. Muchas cosas podrán acordarse en el campo de la tan necesaria descentralización que se requiere, por ejemplo, pero cosa muy distinta sería tratar de avanzar hacia una especie de Estado federal que no se corresponde ni con nuestra historia ni con la mirada más pertinente al futuro. Tercero, que el proceso mismo de debate sobre la nueva Constitución debe llevarse a cabo respetando los distintos puntos de vista, así procurando el mayor diálogo posible en medio de la tolerancia necesaria para obtener acuerdos razonables que dejen de lado las visiones extremas. En este mismo contexto, el grupo considera que esta actitud de entendimiento sería una señal adecuada para aislar la violencia y a quienes la propician en nuestro país.

Por supuesto el debate posterior a la declaración fundacional de Amarillos por Chile se ha concentrado, por parte de los críticos, en interpretaciones parciales y de forma, además de descalificar a las personas que hemos adherido a esta legítima mirada. Varios analistas interpretan esta declaración buscando una serie de implicancias y derivaciones que tienen que ver con las causas indigenistas, las ideas de transformación social y económica y el reconocimiento al derecho que se tiene a la protesta como medio de expresión de insatisfacción y de imposición de ideas. Sin embargo, poco se han pronunciado sobre los propósitos centrales del grupo de adherentes del acuerdo. Otros críticos han elegido el camino de descalificar a varios firmantes por su adhesión política, su rol en administraciones de gobierno pasadas o en coyunturas políticas o sociales determinadas. Pocos, sin embargo, se han planteado contra el fondo de lo que alegamos los firmantes de Amarillos por Chile: la necesidad de una discusión constitucional equilibrada, apegada a las aspiraciones de la ciudadanía y congruentes con el espíritu patriótico que dio lugar al acuerdo por la paz que originara la actual Convención Constitucional.

La ciudadanía se manifestó en forma abierta a partir de fines del año 2018, con relación a los problemas que le aquejaban en mayor medida. Allí se encontraban los temas de la salud pública y el derecho que todos tenemos a una cobertura adecuada y oportuna. Asimismo, se alegaba por una educación pública de calidad, que mejorara los estándares distributivos a futuro, y que elevara la preparación de las personas para un exitoso desenvolvimiento en lo social. De igual modo, la ciudadanía abogaba por un mejor sistema de pensiones, diseñado para atender con dignidad a la población retirada de la fuerza laboral, así contribuyendo también a mejorar la distribución del ingreso nacional. Y, por último, se alegaba por mejores políticas para aumentar y mejorar la seguridad ciudadana, amenazada hoy en día por factores que reflejan un Estado fallido e insuficiente. Esas prioridades de la gente no se aprecian en las discusiones que se dan a conocer por parte de la CC, y ello trae por resultado la percepción de una aparente desconexión de su trabajo con las aspiraciones ciudadanas más sentidas. Eso también contradice con las protestas que estaban en gran medida focalizadas hacia una clase política lejana de las prioridades ciudadanas. Por esa razón, el hacer prevalecer un espíritu de acuerdo en las discusiones, y focalizar mejor en las manifiestas necesidades de la ciudadanía, parecen ser dos cuestiones esenciales que un grupo de ciudadanos nos hemos permitido destacar. 


Prof. Luis A. Riveros

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