En el Chile de hoy predomina abiertamente el temor. La ciudadanía se siente amenazada por la violencia y la delincuencia que impera en todo orden de cosas y en cualquier realidad socio económica. De modo similar, por el terrorismo que empieza a expandir sus nocivos efectos fuera del sur de Chile, donde radica abiertamente hace ya varios años.
Como se ha señalado en forma reiterada en distintos análisis, el país vive una grave crisis institucional. Esto ha sido fruto de un largo proceso que se ha venido intensificando, dando paso a elaborar como camino de salida una especie de refundación del país, haciéndolo retroceder a sus orígenes pre republicanos.
Ha trascendido que la Convención Constitucional debate la idea de que la formación de médicos, que ocurra en universidades privadas, no podrían hacer su residencia o fase práctica en clínicas privadas
La democracia depende en gran medida de la solidez de las instituciones republicanas, de la solvencia con la que enfrentan los tránsitos sociales y los retos que los mismos levantan.
Una sociedad civilizada debe admitir el disenso y procurar el respeto por todas las opiniones ante cualquier dilema que conduzca a una decisión, o simplemente si se trata de una confrontación de principios o ideas.
La Convención Constitucional ha vuelto a abrir un debate que pone de relieve un propósito distinto a aquél concebido en el protocolo que le dio origen.
Una cruda violencia nos ha invadido como sociedad, y se transforma en una dura amenaza para la convivencia y la estabilidad del país. Pone bajo cuestionamiento a las instituciones, y juega con la credibilidad de las políticas de todo tipo dirigidas a controlarla
Los días que corren son de grave infortunio para el humanismo, el respeto a la vida y la necesidad de construir un mundo con seguridad y opciones de vida digna para todos
La mayoría pensábamos que la guerra fría era cosa sólo de la historia y que sus secuelas, mayormente ideológicas, ya no se constituirían en amenaza para la paz global y la vida humana
Surgió como producto de inquietudes compartidas por quienes, aunque profesando distintas apreciaciones políticas y trayectorias de desempeño público y privado, han sentido la necesidad de expresar sus preocupaciones con relación al diseño y ejecución del trabajo de redacción de una propuesta de nueva Constitución para Chile
A raíz de un controvertido artículo periodístico, se ha generado discusión acerca de la movilidad social originada en el desempeño de la educación pública. Por cierto, eran años en que las instituciones de educación pública constituían la columna vertebral del sistema educativo nacional.
En la década de los sesenta se repetían con facilidad los slogans dirigidos a la expropiación y nacionalización de los recursos básicos. Eran años y realidades dominadas por las restricciones al comercio exterior, como una forma de promover la industrialización y el desarrollo, según se creía.
El país vive un momento en que decisivas condiciones afectarán el comportamiento colectivo. Ahogadas muchas manifestaciones por la pausa estival, subsisten serias inquietudes e interrogantes que no se despejan con solvencia en el ámbito de las señales políticas.
El comienzo del nuevo año requiere evaluar el camino recorrido recientemente, y un pensamiento sobre los avatares que nos esperan en el período que comienza. Sobre lo primero, quedan sensaciones mezcladas sobre la marcha el país y lo que ello implica para cada uno de nosotros.
El país ha tomado democráticamente una decisión sobre la nueva administración de gobierno para los próximos 4 años. Lo que ahora corresponde es mirar hacia el futuro, y asegurar que los múltiples obstáculos que se harán presente se puedan sortear con el mayor de los éxitos por parte de la nueva administración.
El país enfrenta una decisión política muy trascendental que ocurrirá a través de la confrontación de dos visiones polares de nuestros problemas y de las alternativas para enfrentarlos.
El centro político siempre ha sido siempre un factor gravitante y decisivo en el ordenamiento político chileno. Cuando ha fallado, se han cernido crisis institucionales y políticas de gran magnitud.
Sinceramente creo que tenemos que pedir perdón a las generaciones venideras por el lastimoso estado en que estamos entregándoles nuestro país.
Existe una tendencia muy marcada por parte del estamento político a subrayar cuestiones esenciales como son la libertad de pensamiento y de enseñanza.
La llamada “celebración” de aquella “explosión” ocurrida el año 2019, hizo bastante mérito para asemejar el escenario de destrucción y vandalismo que se ha repetido insistentemente a lo largo del país desde ese entonces. Por cierto que el llamado “estallido social” del 2019 envolvió varias dimensiones, incluyendo un estallido político, uno de tipo moral, y uno puramente social.