Para un mejor año económico

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Luis Riveros

Durante estos días se han observado buenas y malas noticias que denotan el ritmo del desenvolvimiento económico nacional.  Dentro de las malas, se encuentra el observado aumento del desempleo que perjudica más que proporcionalmente a mujeres y jóvenes.  Sin embargo, dentro de las buenas, se encuentra el crecimiento en la ocupación durante el periodo de referencia, la cual radica fundamentalmente en el sector comercio, posiblemente más que nada en el sector informal.  Al mismo tiempo, el IMACEC del mes de febrero da cuenta de una expansión significativa de la economía en un 4.5% anualizado, lo que ha tenido lugar en todos los sectores de la economía.  Ciertamente, la expansión de la economía no marcha en paralelo con el poder adquisitivo de las personas, a pesar del exitoso esfuerzo del Banco Central para mantener bajo control el ritmo de la inflación, la que no debiera exceder este año el 3 % o 4%.  El país debiera crecer este año 2024 en torno al 2% o 2.5% según estimaciones independientes.   En todo caso, no es una cifra para celebrar puesto que con el ritmo de crecimiento de la población este resultado significa un magro crecimiento del ingreso per cápita nacional. Lo positivo, es volver a un desenvolvimiento de la economía con crecimiento de la ocupación y del producto.  Pero hay algunos riesgos y problemas que habrá que tener presente.


El crecimiento de la ocupación ha ocurrido fundamentalmente en el comercio, y sobretodo en el comercio informal caracterizado por bajos ingresos, ocupaciones inestables y ausencia de seguros de salud y previsión.  Esto significa un costo futuro muy elevado para Chile, y se deben hacer esfuerzos por elevar la calidad de esos empleos, lo cual resulta contradictorio con lo observado cuando grandes cadenas comerciales están cerrando actividades, el comercio minorista sufre una alta presión de costos y una acentuada contracción se aprecia en sectores como la construcción y la manufactura.   El esfuerzo debe estar en apoyar el desenvolvimiento de la actividad productiva, lo cual significa en gran medida, disminuir la relativamente alta carga tributaria que a menudo deben enfrentar personas y empresas.  En la situación actual no es posible pensar en más impuestos para financiar más gasto público, puesto que eso contradice el ánimo de estimular la actividad privada para apoyar el crecimiento y la expansión del empleo. 


Se ha dicho en el último tiempo que los empresarios deberían “pagar más”.  Eso envuelve la concepción de que el empleo y los salarios son una decisión voluntariosa y no responden a parámetros más objetivos.  La productividad del trabajo en Chile, como lo ha reiterado la OECD en innumerables oportunidades, está entre las más bajas de ese conglomerado de países.  Y eso incide en la competitividad de la producción, la generación de empleo y, por cierto, en lo poco factible de remuneraciones mayores.  La idea de que las remuneraciones se fijan arbitrariamente no se corresponde con la necesidad de que los precios de los productos reflejen efectivamente la competitividad que envuelve su producción.  Es cierto, es probable que en muchos casos pueda existir arbitrariedad en la fijación de las remuneraciones, pero no es el caso general atendido el hecho de que las empresas deben también competir en base a costos y precios.


La prioridad para Chile en materia de política económica debiera centrarse en dos aspectos centrales, estrechamente vinculados.  Primero, estimular la inversión, puesto que este es el camino para asegurar el crecimiento económico, el mayor empleo y el mejoramiento en las remuneraciones.  Segundo, fomentar el empleo en sectores clave como la manufactura y la construcción, proveyendo mecanismos para desarrollar capacitación de la mano de obra.  Con esto se fomenta producción y mejores condiciones de trabajo. Ciertamente son muchos los aspectos vinculados que deberían atenderse en materia de control del gasto público, política tributaria y educación-capacitación.  Un aspecto central, sin embargo, es asegurar condiciones para que exista mayor seguridad y que el desempeño económico no siga siendo afectado por la alta tasa de criminalidad que prevalece.   Todo esto ameritaría una instancia de discusión y propuesta para enfrentar este crucial año en materia de la economía chilena.


Prof. Luis A. Riveros

Universidad Central

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