La Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) formuló cargos contra Mercado Libre por vender productos sin certificación, y la empresa se defendió explicando algo que, si bien es obvio, el regulador no quiere ver, ni aceptar: Los marketplaces no son los vendedores sobre los cuales pesa la obligación de verificar e informar la certificación de los productos que venden.
Estas plataformas son sólo el espacio donde los vendedores y los compradores se contactan. Son el símil a un mall, solo que, en vez de operar un edificio físico, operan una plataforma electrónica. Por lo tanto, así como no corresponde que el dueño u operador del mall pague por los incumplimientos de los locatarios, el Marketplace no tiene por qué responder por los vendedores.
El problema es que los reguladores en vez de ir contra los responsables están cargando la mano donde no es, tensionando el cerco al exigir a los marketplaces y a los intermediarios que respondan por incumplimientos de servicios que no prestan y/o por productos que no venden. Y nada hacen respecto de los verdaderos responsables.
La lógica y el Reglamento de Comercio Electrónico que está al alero de la Ley del Consumidor, diferencian muy bien los roles y obligaciones de este “mall electrónico” o Marketplace, del intermediario y del vendedor o proveedor directo; y con eso generan un equilibrio en esta modalidad de venta, y lo hacen porque son distintos tipos de proveedores por lo que cada uno debe responder por lo suyo.
Si dejamos de lado a los verdaderos responsables, generamos varios incentivos perversos. Menos interés en abrir Marketplace o intermediar, menos espacio para vendedores en esta modalidad y más vendedores irresponsables. E increíblemente esto es lo que va a provocar el proyecto de ley de reforma a la Ley del Consumidor (“SERNAC Te Protege”) con la modificación que intenta del artículo 43 de la Ley: dejará libre al vendedor de responsabilidad directa. ¿Protección al consumidor o impunidad?
Suena bien y popular decirle al consumidor que le responde la plataforma, o la agencia de viaje (intermediarios), pero no es correcto, menos cuando al final del día el que resultará más perjudicado será el mismo consumidor. Tendrá menos opciones para elegir. Sin duda también pagarán el precio los vendedores responsables, porque tendrán menos espacios para vender.
Un mercado libre que nada tiene de libre no es justicia para los consumidores, sino un retroceso en la protección efectiva de sus derechos.
Ximena Castillo Faura
Abogada experta en derechos del consumidor