Acreditación

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Luis Riveros

Las universidades en el pasado no tenían que rendir cuenta alguna sobre el resultado de su trabajo en los distintos aspectos que el mismo envuelve. Sin embargo, con la diversificación ocurrida en el mundo universitario en todas partes, surgió la necesidad de “acreditar” a las instituciones para de este modo brindar información oportuna y adecuada para los usuarios de los servicios universitarios. Esto, particularmente con relación a la formación que las entidades entregan a nivel de pre y posgrado. Este proceso fue adoptado tempranamente en el mundo desarrollado, y tardó bastante más en llegar al mundo de los países en vías de desarrollo. En éstos, el crecimiento del sistema universitario fue dramático, multiplicando por varias veces la cobertura de la universidad pública no sólo en formación profesional, sino también en el campo de la especialización formativa y la investigación básica y aplicada. Entonces surgió la necesidad de acreditar la actividad universitaria ya que, además del crecimiento por parte del mundo privado, la universidad tradicional también requería exponer ante la sociedad las características de su trabajo. Por ello se desarrollo un sistema de acreditación sobre la base de que las instituciones necesitan transparentar su hacer y, de este modo, conllevar información a los usuarios presentes y futuros, como asimismo a la sociedad toda. En definitiva, se trata de asegurar lo más posible que un tema tan delicado como la enseñanza y la creación de conocimiento, transcurra del mejor modo del punto de vista de los recursos que se utilizan los cuales tienen del punto de vista de la sociedad, un costo social significativo. La tecnología y las ingentes oportunidades que reviste la ciencia de datos, acrecienta la posibilidad de uso de adecuada información para transparentar y hacer más efectivo los procesos de acreditación.


Un proceso de acreditación es también importante para retroalimentar a las instituciones de educación superior, acerca de las mejores prácticas en su desenvolvimiento. Esto, a través de una mirada independiente e informada, capaz de proveer orientaciones relevantes que deben ser valoradas por las instituciones objeto de la acreditación como un insumo para mejorar su desempeño y resultados. Naturalmente la calidad de una acreditación depende en gran medida de la calidad de los insumos provistos para llevarla a cabo. En este sentido, una cuestión relevante radica en buscar los mecanismos para “acreditar a los acreditadores”, puesto que así se acrecienta la importancia que debe revestir el proceso para las instituciones.


A menudo la acreditación funciona de la mano con temas de financiamiento otorgado por el sector público. Instituciones acreditadas pueden tener mayor acceso a financiamiento de sus estudiantes o incluso a financiamiento general provisto por el Estado. Esto disminuye la relevancia del proceso en su fondo: que es asegurar calidad, y se transforma muchas veces en una forma de castigo contra las instituciones disminuyendo su posibilidad de mejora en el mediano plazo.


Por eso es importante la mejora permanente en los sistemas y procesos de acreditación, para así sostener el crecimiento en calidad del sistema de educación superior. A este respecto sería tan beneficioso que se aplicara un sistema similar a la enseñanza básica y media, entendiendo que el sistema educacional chileno en estos niveles amerita mejoras sustantivas y sostenibles.


Prof. Luis A. Riveros

Universidad Central

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