Investigadores de Dartmouth (Estados Unidos) han encontrado varias fases volátiles durante los últimos 125 años que son anteriores a efectos significativos del cambio climático. Estos datos desafían la idea de que el cambio climático está detrás del reciente comportamiento errático de la corriente en chorro polar, la enorme corriente de aire del Ártico que regula el clima en gran parte del hemisferio norte, tal y como se publica en 'AGU Advances'.
En el primer estudio de este tipo, los investigadores recopilaron un registro de la variabilidad invernal de la corriente en chorro desde 1901 mediante aprendizaje automático para analizar registros climáticos a largo plazo. Casi todos los estudios previos sobre la corriente en chorro se centran en el período desde 1979, cuando comenzaron a recopilarse datos satelitales sobre los sistemas meteorológicos y climáticos.
Los investigadores descubrieron que la corriente en chorro se encuentra en el último de varios períodos ondulantes ocurridos en los últimos 125 años. La corriente en chorro fue incluso más volátil durante muchas de estas fases que en la actualidad, aporta Jacob Chalif, primer autor del estudio y estudiante de posgrado en el laboratorio del autor principal Erich Osterberg , profesor asociado de ciencias de la tierra.
"La corriente en chorro solía ser tan ondulada como lo es hoy, o incluso más, antes de que el cambio climático tuviera una influencia significativa", comenta Chalif. "Esto pone en duda si el cambio climático está provocando que la corriente en chorro sea más errática ahora".
Si bien el cambio climático está intensificando sin lugar a dudas el clima invernal extremo, el nuevo estudio muestra que probablemente no lo esté haciendo al hacer que la corriente en chorro sea más ondulada, dice Osterberg, quien dirige el Laboratorio de Hielo, Clima y Medio Ambiente en Dartmouth.
"Nuestra investigación muestra que la corriente en chorro no está haciendo nada inusual que pudiera causar el reciente aumento de tormentas intensas. El cambio climático está intensificando estas tormentas mediante un proceso diferente", informa.
El estudio puede permitir a los científicos cambiar el enfoque hacia vínculos más directos entre el calentamiento global y el clima severo, añade Osterberg, como el hecho de que una atmósfera más cálida retiene más humedad y eso conduce a tormentas más grandes.
"Para mí, estos hallazgos cambian fundamentalmente la forma en que abordo este problema", dice Osterberg, coautor de una serie de estudios anteriores que identificaban la corriente en chorro como una posible causa de la intensificación de las tormentas.
"Si la corriente en chorro no es ese vínculo crítico entre el cambio climático y las tormentas más severas, entonces debemos centrar nuestra atención en diferentes explicaciones de por qué estamos viendo fenómenos meteorológicos más extremos", asegura.
El viento de gran altitud de la corriente en chorro polar modula el clima en Europa, Asia y Norteamérica. En Norteamérica, fluye aproximadamente a lo largo de la frontera de Estados Unidos con Canadá. Las grandes olas de la corriente en chorro hacen que el aire ártico penetre con mayor profundidad en las cálidas zonas subtropicales. Esto puede provocar olas de frío inusuales y fuertes tormentas invernales en zonas donde el aire cálido y el frío colisionan.
Las dramáticas ondas en la corriente en chorro también pueden llevar hacia el sur el vórtice polar, que es la masa de aire bajo cero que rodea el Polo Norte y que se ha convertido en un término popular para referirse a episodios de temperaturas peligrosamente frías.
Varios estudios científicos han sugerido que la ondulación actual de la corriente en chorro es consecuencia del cambio climático. Coincide con concentraciones récord de gases de efecto invernadero en la atmósfera, un claro aumento de la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos y la disminución del hielo marino del Ártico, especialmente desde la década de 1990, destaca Chalif.
Pero el equipo de Dartmouth descubrió que el último período ondulado pronunciado comenzó a alcanzar su punto máximo alrededor de 1979. Eso significa que la observación satelital de la corriente en chorro comenzó cuando el sistema estaba entrando en un período más normal, por lo que los períodos ondulados posteriores a 1979 parecían ser anormales, describe Osterberg.
"La corriente en chorro parecía un vínculo directo entre el cambio climático global y el fenómeno meteorológico extremo con grandes tormentas, pero no sabíamos realmente qué ocurrió antes de 1979", detalla. "Creó la apariencia de una tendencia inusual, pero al analizar el panorama completo, se ve que no es tan inusual. Hubo períodos con más ondulaciones que los que vemos ahora".
Los investigadores descubrieron que un período de ondulaciones aún más intenso, que se extendió desde la década de 1960 hasta la de 1980, fue el principal impulsor del "agujero de calentamiento", un período de 30 años de temperaturas invernales anormalmente frías en Estados Unidos. Centrado en el sureste de Estados Unidos, el agujero de calentamiento provocó que las temperaturas invernales promedio cayeran más de 2 grados Fahrenheit (1,3 grados Celsius) a partir de aproximadamente 1958. Los inviernos más fríos de lo esperado persistieron hasta finales de la década de 1980.
El nuevo estudio confirma que las pronunciadas ondas en la corriente en chorro contribuyeron a dos tercios del enfriamiento del agujero de calentamiento entre 1958 y 1988. Durante ese tiempo, informan los investigadores, los cambios periódicos en la ondulación de la corriente en chorro llevaron directamente a fluctuaciones de la temperatura media invernal en el sudeste.