Debate insuficiente

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Luis Riveros

Sin lugar a dudas el sistema de pensiones chileno necesita ajustes importantes, considerando el resultado que se tiene actualmente en cuanto a bajas pensiones, escaso ahorro previsional, discontinuidad laboral y otros aspectos estructurales.  Se culpa de ello al sistema de ahorro previsional vigente, y allí se concentran los esfuerzos de corrección impulsado por el gobierno. Sin embargo, la discusión ha sido poco transparente; parlamentarios han manifestado su desconocimiento del tema, especialmente de los aspectos técnicos y financieros sobre los cuales deben decidir.  Al respecto, hubiese sido adecuado que nuestros legisladores propongan una reflexión informada sobre el tema, para decidir sobre algo que impactará definitivamente el futuro de Chile, especialmente de su clase trabajadora.  Una reflexión que debiera dejar de lado las pasiones que despierta la confrontación política, los convencimientos a priori y ponga el énfasis en el deseo de un futuro mejor para Chile.


Existen muchos flancos de análisis que ponen de manifiesto las debilidades del proyecto de reforma del sistema de pensiones.  Algunos destacan una cierta “expropiación” vinculada al hecho de que parte del aporte adicional de los empleadores iría a un cierto fondo de reparto cuyo funcionamiento estaría vinculado a una nueva unidad estatal denominada Seguro Social. Las preguntas en este ámbito se refieren a las reales posibilidades de que este nuevo ente lleve a cabo una adecuada gestión de los recursos y haga sostenible un cierto sistema de reparto. Esto aparte del costo que envolvería el funcionamiento de un ente que debería contar con una estructura compleja a nivel nacional.   Junto a esto, hay quienes subrayan el efecto que esta reforma tendrá sobre la creación de empleo, ya que el financiamiento de los aportes adicionales constituye, en realidad, un impuesto al trabajo y castiga las actividades más intensivas en el uso de mano de obra.  Un tercer flanco de discusión es el efecto que tendrá este nuevo sistema sobre las cuentas fiscales, ya debilitadas por la mantención de un significativo déficit y la acumulación de una deuda pública que alcanza niveles preocupantes. Un cuarto frente, esgrimido por personas vinculadas a la izquierda política, se refiere a que el sistema que se propone no viene sino a fortalecer o respaldar el sistema de ahorro previsional vigente desde la década de 1980, llevando más recursos al mercado de capitales y fortaleciendo la posición financiera de las AFPs.  Desde otra vereda política se plantea como crítica la propuesta de un “préstamo” al estado, cuyo fin sería el de financiar las jubilaciones que se entregaría a ciertos grupos de la población, como es el caso de las mujeres, sin que sea claro la sostenibilidad de los pagos de dicho “préstamo” que podría llevar a una nueva deuda histórica disparada en el tiempo. Se sostiene también que las principales beneficiarias del sistema de ahorro previsional, ahora respaldado en base a la reforma propuesta, son las compañías de seguro a las cuales se desvían casi la mitad de las recaudaciones previsionales


Dentro de los defensores de la propuesta se subraya su contenido redistributivo y la introducción de un componente solidario en el sistema de pensiones.  También se destaca la introducción de un factor de compensación para grupos de población que han sido dejados de lado por el actual sistema contributivo.  Asimismo, el aumento en los hechos de la edad de jubilación para las mujeres también se considera un progreso para mantener al sistema en línea con el envejecimiento de la población chilena.  También, para muchos, este es un cambio moderado que apunta darle más sostenibilidad social al sistema de pensiones.


O sea, abundan los argumentos y, en medio de un debate más bien confuso a través de la prensa, la población se entera por partes respecto a los riesgos y beneficios del proyecto en cuestión.  Se sostiene que es mejor aprobarla, para así dejar atrás el debate y avanzar en el camino de las soluciones y de acuerdo político.  Pero esta propuesta significa avanzar a ciegas, lo que ya tuvo lugar en una pasada reforma tributaria y en varios cambios en materia educacional, que posteriormente mostraron sino debilidad un abierto fracaso.  Aquí se está legislando sobre algo que tiene que ver con el futuro de Chile, y no debiera hacerse sobre la base de una mirada superficial y sometida a slogans que poco aportan para sopesar las múltiples virtudes y problemáticas que deja el proyecto como está en la actualidad.  Lo que el país requiere es un debate bien fundado de nuestros legisladores.


Prof. Luis A. Riveros

Universidad Central

europapress