Sr Director,
Respecto a la discusión que generó la columna de Carlos Peña “El Fantasma de Cheyre”, las respuestas de los abogados del general (R) y opiniones como la de la señora María Alicia Ruíz-Tagle, mucho se ha teorizado sobre si el compromiso militar de obedecer “con prontitud y puntualidad” tiene o no libre elección; si lo obrado bajo circunstancias especiales corresponden o no a responsabilidades individuales; y cuál sería el éxito de la seguridad de un país si dependiera de la moral, la disciplina y la obediencia de los integrantes de sus instituciones armadas.
Para quienes entendemos esta “forma de vida” no como una carrera profesional o un mero trabajo sino como una “consagración”, sería interesante conocer qué y cómo el Ejército de Chile educa e instruye hoy a sus alumnos en las escuelas formativas: ¿Les enseñan que en 50 años – o menos-, la obediencia pronta y puntual puede ser puesta en entredicho frente a situaciones especiales de la historia o según la política contingente? ¿Cuál es el alcance de la moral, disciplina y obediencia que deben tener y conservar, cuando la experiencia dice que, tras la “guerra”, estos conceptos se vuelven ambiguos y los dejarán a su suerte? ¿Qué dice el Ejército?
Claudia Fuentes Bozzolo,
Periodista