Rechuebo

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Mario Astorga

Un querido amigo, gran empresario brasileño, que siempre ha estado muy al tanto de la vida política de Chile, y que admira las instituciones y el enorme progreso de nuestro país en los últimos años, me preguntó mi opinión sobre la Propuesta de Nueva Constitución, PNC, que había entregado la Convención Constituyente, CC. Quería saber si yo estaba por el apruebo o por el rechazo.

Le contesté que esta era una de las decisiones más difíciles que tendré que tomar en mi vida como ciudadano, que habiendo leído la propuesta y decenas de artículos a favor y en contra he llegado a la conclusión de que la PNC es muy buena en algunos asuntos y muy mala en otros. Eso no sería raro, porque el 100% de las obras humanas son perfectibles. Sin embargo, le comentaba, la decisión más difícil es evaluar si esta PNC es o no mejor que la que tenemos. Le argumentaba que es mejor en muchos sentidos; sin embargo era evidente que en el proceso de aprobación varias minorías, cada una de ellas representando un ínfimo porcentaje de la población, se habían coligado con otras minorías que postulan materias muy disímiles pero que al coligarse varias minorías consiguieron los 103 votos necesarios para lograr que sus posturas quedaran en la PNC, se creó así un mercado secundario de ”Votos Convencionales” que permitió la aprobación de algunas materias que, a pesar de su importancia, están lejos de ser la principal preocupación de las grandes mayorías de nuestro país, como lo demuestras las muchas encuestas que se hicieron con posterioridad al Estallido Social.

Es indudable que la Convención Constituyente fue elegida en un proceso democrático que respondió a la voluntad política del país al momento de su elección influenciada por tres factores esenciales: a) el apabullante triunfo del APRUEBO, b) el rechazo, aún más implacable a integrar a los parlamentarios en ejercicio en el diseño de la NC y c) el menosprecio a los partidos políticos, PP, de cualquier signo, que fue la tónica de cada una de las manifestaciones, pacíficas y violentas y de las encuestas de la época (la credibilidad de los PP no sobrepasaba del 3%). En ese contexto fueron electos los 155 convencionales. La composición de la CC es incongruente con el mapa de las fuerzas políticas un año antes y un año después de la elección de la CC. Aunque la Convención fue perdiendo sintonía con amplios sectores de la sociedad, al ser manipulada por los sectores más extremos y menos representativos de las mayorías nacionales, no se puede dudar de la legitimidad de su elección.

Así se llegó a una PNC que no abordó e incluso le quitó piso a algunos temas que movilizaron a los manifestantes del Estallido Social, como por ejemplo el control a la delincuencia. De acuerdo con la PNC el Presidente tiene los mismos instrumentos para la prevención de delito y la delincuencia, pero menos instrumentos que los que le otorga la constitución vigente para el control de la misma, al eliminarse el Estado de Excepción. Por el contrario, a pesar de las varias banderas mapuches en las manifestaciones, el cumplimiento a las demandas de los pueblos originarios no tuvo presencia significativa en ninguna de las encuestas que se aplicaron con posterioridad al estallido social. No obstante lo anterior, una de las características más importantes de la PNC es su indigenismo; acoge muy bien las demandas de los pueblos originarios; materia muy importante en países como Bolivia y Guatemala donde la población aborigen bordea el 50% o México y Ecuador, que aunque no cuentan con una población aborigen proporcionalmente tan grande, existen variados pueblos y ciudades con una alta concentración aborigen. En Chile en cambio, los mapuches, que es el pueblo aborigen más numeroso, está concentrado principalmente en zonas urbanas de la Región Metropolitana a la que se encuentran totalmente integrados. Un dato curioso, para los que niegan el marcado indigenismo de la PNC, las palabras chilenos, chilena o chileno aparecen en conjunto 37 veces en el PNC, por el contrario las palabras indígena, indígena indígenas o indígenas suman 136 menciones. Este hecho será para algunos un problema de redacción, pero no se puede negar la señal que entrega.

Otra marcada característica de la PNC es que enarboló militantemente las banderas del feminismo, nuevamente materia sobre la cual hubo contadas, pero vistosas manifestaciones durante el estallido (la coreografía de Las Tesis dio vuelta al mundo), demanda que nuevamente no surgió en ningún lugar de las encuestas posteriores sobre demanda ciudadanas. Al parecer, para muchos convencionales el objetivo principal de la nueva Constitución es que fuera paritaria. No se explica de otra manera que las palabras paridad, paritaria, paritarias aparecen 34 veces en la PNC, por el contrario, las palabras equidad, merito, méritos, meritocracia aparecen solo 22 veces. Es claro el énfasis de la PNC en la paridad por sobre la equidad y el mérito.

Otro tema, en el cual la PNC es creativa, y no responde nuevamente a ninguna demanda popular del estallido, es la decisión de inventar un nuevo sistema político, no solo para Chile, sino para el mundo. Las democracias representativas han optado a nivel mundial entre sistemas Presidenciales, Semipresidenciales y Parlamentarios. La CC creó un nuevo sistema político, novel en el mundo, que mezcla un presidencialismo atenuado, con bicameralismo asimétrico, donde basta que la Cámara de Diputados sea controlada en más de un 50% por un partido o alianza política para que pueda ejercer, sin veto alguno, un poder refundacional del país. Este, siendo un experimento a nivel internacional, tiene tantas chances de funcionar correctamente, como también puede hacerlo una dictadura esclavista. Otra institución que la PNC eliminó y que existe en todas las democracias del mundo, es el equilibrio entre el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. La PNC le entrega al poder legislativo, a través de la Cámara de Diputados, mayor poder que al Ejecutivo y prácticamente prescinde el Poder Judicial como poder del Estado.

El establecimiento de 26 derechos sociales en la PNC es otro exceso cuestionable. Aunque las normas transitorias subordinan su concreción a la disponibilidad de fondos de la Nación, deja al legislador la ingrata tarea de establecer prioridades. ¿Cuánta educación sacrifico para financiar Deporte? ¿Cuánta vivienda sacrifico para financiar educación? etc.. 26 derechos sociales, todos ellos con la misma prioridad, se convierten en un saludo festivo a la galería (o una estrategia para conseguir el apoyo de otras minorías); para que eso no ocurriese, hubiese sido necesario incorporarle, constitucionalmente, dientes al menos a los 4 grandes derechos en torno a los cuales la mayoría de los ciudadanos parece coincidir: derecho a la educación, a la salud, a la vivienda y al agua. Establecer 26 derechos sociales nos recuerda que algunas veces menos es más.

Todos estos gruesos deslices de la PNC invitan fervientemente a votar Rechazo para reformar. El argumento más ineludible contra esa afirmación es que la derecha política y económica prefirió durante 40 años devolverle, gota a gota a la democracia, parte del poder omnímodo que les regaló la Constitución del 80; es cierto que en estos 40 años se han realizado 46 procesos de reforma a la Constitución que han terminado en más de 200 modificaciones, sin embargo, el 80% del país las consideró insuficientes y la gran mayoría de la población tiene la convicción que las derechas económica y política han sido retardatarias de los cambios constitucionales que Chile necesita. Si la derecha quiere rechazar para reformar, tiene hasta el 4 de septiembre para informarle al país cuales son los cambios que está dispuesta a hacerle a la constitución actual. ¿Será mucho pedir?

Por otra parte, a pesar de sus muchos excesos, la PNC hace avances innegables en materias gravitantes para el desarrollo nacional tales como: el reemplazo de un Estado Subsidiario por un Estado Social y Democrático de Derechos, el impulso a la descentralización, mejor protección al medio ambiente y la naturaleza, entre otros. Son cambios significativos que bien fundamentan la postura del apruebo. Desgraciadamente ni APRUEBO ni RECHAZO son opciones prístinas y suficientes para nuestra democracia, por ello RECHUEBO.


Mario Astorga De Valenzuela 

europapress