Las mujeres representamos el 51,1% de la población en Chile; sin embargo, no contamos con ese porcentaje en los diversos espacios de poder y toma de decisiones tanto en el sector privado como en el público. Las razones son muchas y materia de un caluroso debate, pero el hecho concreto es que tenemos “el 14% de representación femenina en directorios de empresas IPSA, lejos del promedio OCDE de 26,7%”. Pero algo cambió. Al menos, en estas últimas elecciones quedó en evidencia que cuando hay oportunidades: ¡las mujeres brillan!
Dejando de lado, por un momento, los argumentos a favor y en contra de la ley de paridad y discriminación positiva; si no fuera por ella, las mujeres no habrían representado la mitad de las candidatas constituyentes. Más aún, paradójicamente esta paridad corrigió a favor de varios hombres, revelando que las mujeres fueron más votadas. Impulsando un hecho inédito, que Chile será el primer país del mundo que redactará una constitución con una convención paritaria.
Bajo la sólida convicción que todo ser humano es digno de consideración (amor y respeto) sin discriminación, la psicología y la biología distinguen lo femenino de lo masculino y ¡enhorabuena que así sea! El psiquiatra y doctor en filosofía Max Lüscher (1923-1917), conocido por la creación del “Test de los Colores” y a quien conocí personalmente, distingue lo “femenino” de la estructura de la personalidad con atributos que muchos consideramos asociado a las mujeres; la orientación a las personas, los vínculos y las relaciones, con todo lo que eso conlleva.
Entonces, ¿qué hizo que tantas mujeres estuvieran dispuestas a realizar campañas extenuantes y asumir este reto, tan difícil? Intuyo que es el dolor que causa ver en riesgo el bienestar físico, psicológico y espiritual de quienes más queremos y cuidamos: nuestros hijos, nietos, hermanos, padres, amigos, la sociedad y la creación que nos rodea. El amor nos moviliza para salir y aportar en espacios menos transitados buscando recuperar el equilibrio y la armonía, por una mejor calidad de vida, en beneficio de todos.
Fuimos creadas con un propósito maravilloso y tenemos un rol necesario que cumplir, sin competir ni menoscabar los roles de los otros. Somos un aporte fundamental en nuestros hogares, en las organizaciones y empresas donde trabajamos, en el sector público, en nuestras comunidades y ahora como parte de la convención constitucional. Debido a que esta es una oportunidad única, asumo que lo harán con suma responsabilidad y compromiso, que darán lo mejor de cada una, aportando desde quienes son, propiciando la escucha y la apertura a considerar las perspectivas de otros, que sabrán enriquecer y propiciar el diálogo constructivo, desde su perspectiva amorosa, generosa y libre de intereses mezquinos.
Mientras esperamos los resultados de esta gran conversación constitucional, aprendamos de lo ocurrido y preguntémonos: ¿Cómo esta experiencia constituyente puede nutrir y favorecer otros espacios de tomas de decisión y de poder? ¿Cómo hacemos para que más mujeres puedan brillar desde sus dominios particulares y que la sociedad se enriquezca con sus aportes? ¿Cómo apoyamos a las mujeres que deciden asumir roles de poder y públicos sin perder su esencia? ¿Qué se requiere para que las mujeres puedan aportar en gerencias, directorios y juntas de accionistas? ¿Qué nuevos espacios de conversación y co-creación se pueden crear para que mujeres y hombres contribuyan a una sociedad más amorosa?
M. Pía Bartolomé V.
Psicóloga, Máster en Comportamiento del Consumidor
Gerente de Proyectos Proteus