​Régimen legal de salvataje de la empresa y del trabajo

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Rodrigo Albornoz


Con ocasión de la crisis global y nacional generado por el Covid-19, las empresas en Chile enfrentan un escenario inmediato, por decirlo suavemente, que será complejo y embargado de mucha incertidumbres. Estamos en una situación que aún no asciende a su punto mayor, se generan en el aparato productivo efectos negativos en cadena y, las consecuencias de lo que estamos viviendo, no tiene hasta ahora una fecha cierta de término. Y no la tendremos, al parecer, hasta un buen rato más.

Desde muy temprano, esta crisis dio cuenta de un alcance masivo y difundido entre todas las empresas y en toda nuestra economía. Una encuesta de la Cámara de Comercio de Santiago de reciente publicación, señala que al menos el 80% de las empresas en la región Metropolitana “ha experimentado una caída en sus ventas”. Esta misma medición, que se realizó el pasado 20 de marzo, concluye que “en promedio, un 38% de las empresas han debido cerrar oficinas, un 32% enfrenta un encarecimiento de insumos y dificultades de abastecimiento, un 26% ha tenido problemas para importar productos, un 23% ha debido cerrar locales de venta y un 8% ha cerrado plantas productivas”. A su turno, en el reciente Informe de Política Monetaria del banco central, el órgano emisor proyecta una contracción de nuestra economía, en torno al 1,5% y 2,5% durante 2020, expectativa que se ha visto como cargada de mucho optimismo.

Pero más allá de las estimaciones y complejidades propiamente económicas que experimentamos, hoy es un buen momento para formularnos la interrogante de si nuestro régimen legal está diseñado y pensado para que las empresas puedan sobrellevar situaciones complejas, como las que vivimos en la actualidad. Pero no para administrar la ruina. Si es sólo para eso, sería muy sencillo asesorar al empresario comentándole que existen causales de despido en la ley laboral y una ley de insolvencia, que permite acogerse a una liquidación más o menos rápida, de los bienes que quedan aún del giro de su propiedad. La idea y la visión, a nuestro juicio, debe ser otra.

De las últimas novedades legislativas, como la Ley Nº21.227 sobre protección del empleo que, como sabemos, se tramitó en apenas dos semanas en el Congreso nacional y, también, conforme a trascendidos periodísticos de eventuales estudios que se encuentra realizando el gobierno en orden a impulsar una reforma express a la Ley Nº20.720 sobre reorganización y liquidación de empresa, uno debe concluir de que no tenemos un ordenamiento jurídico y legal preparado para enfrentar la crisis de las empresas y de la economía, en perspectiva de entregar salidas y proteger intereses que van más allá de una empresa o de un conjunto parcial de ellas, sino de intereses de todo un sistema y de una misma comunidad nacional. Necesitamos, como ya lo insinuamos, leyes e instituciones que sean expresión de un nuevo paradigma, de uno cuyo fin sea el salvataje real de la fuerza productiva que esta representada por el empresario y los trabajadores.

En ese orden de cosas, tenemos la oportunidad y el desafío como país, de pensar y diseñar una legislación e institucionalidad ideada para momentos, como aquellos en los que nunca habiamos pensado que nos tocaría vivir; que permita salvar empresa y los trabajos asociados a ella o, por lo menos, atenuar al máximo su disminución; que existan instituciones publicas y/o privadas que formen parte de ese sistema y que les corresponda colaboran en gestionar la crisis, en reunir refuerzos financieros y esfuerzos humanos, en promover los acuerdos entre empresas, entre ellas y sus acreedores, entre ellas y sus proveedores; acuerdos entre ellas y los trabajadores, al interior de ellas, pero también más allá de ellas.

No me atrevo en señalar si necesitamos una o varias leyes, tampoco de la extensión que debiesen tener, pero estoy seguro que debemos atrevernos a innovar fuertemente en una nueva legislación que no sea heredera de la ruina, sino del valor y de la convicción de que con el concurso de todos los agentes de la empresa, podemos salir de esta crisis o de cualquiera otra que se asome en el horizonte.


Rodrigo Albornoz Pollmann

Abogado

Ex - Superintendente de Quiebras

rodrigo@albornozycia.cl

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