​Qué Falta en la Ecuación Social

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Juan David Quijano (Columnista)


Durante las últimas semanas, hemos sido testigos de un estallido social que nos ha dejado asombrados, quizás más que por el tipo de demandas que las impulsan, es por el nivel de violencia que se ha desatado junto con ellas.

Hemos visto como fueron quemadas y destruidas varias estaciones del metro, como fueron saqueados y/o quemados establecimientos comerciales y buses de la locomoción colectiva, también hemos presenciado ataques a comisarías y hospitales, pero lo que es peor, hemos sido testigos de duros enfrentamientos entre los propios chilenos, civiles, policías y militares.

Sin duda este episodio quedará registrado como uno de los más violentos y tristes de nuestra historia contemporánea, ya que más allá de la legitimidad que puedan tener las numerosas demandas sociales, la destrucción entre hermanos siempre acarreará división y sufrimiento.

En cuanto a las demandas, en un lado de la ecuación están las personas que exigen mejor salud, aumento del salario mínimo y pensiones, mejoramiento de la educación, reducción de la dieta parlamentaria, eliminación del tag, etc.

Del otro lado de la ecuación, está el gobierno que intenta atender dichas demandas sociales, señalando que debe existir gradualidad para la solución de los distintos problemas, requiriéndose de un aumento en la recaudación fiscal que permita financiar los planes sociales, siendo urgente retomar el crecimiento económico y el restablecimiento del orden público y la paz social.

Finalmente, de uno u otro lado de esta ecuación, encontramos a los distintos sectores políticos o movimientos sociales, que avalan o rechazan las distintas propuestas.

Pero ¿qué le falta a esta ecuación?

El Salmo 127 nos enseña que, si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican, es decir, si no es Dios quien construye nuestras vidas, nuestra familia, nuestra sociedad, nuestro país, etc. nuestros esfuerzos serán insuficientes para alcanzar los resultados que deseamos, ya que como nos enseñó Jesús en Mateo 15:19, del corazón del hombre provienen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, los robos, los falsos testimonios y las calumnias.

Por eso, creo que lo que falta en esta ecuación, es justamente el componente principal, que es Cristo, quien es la única persona que puede traer verdadera justicia y paz, por eso los invito que hagamos lo que dice 2ª de Crónicas 7:14: ”si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.

Creo que Navidad es un gran momento para buscar el rostro de Dios y abrirle nuestro corazón, confesar nuestros pecados y pedirle que restaure la paz y la unidad entre los chilenos, con una sociedad más justa, donde nuestros hijos puedan crecer seguros y con respeto hacia los demás y amor por Dios. 


Juan David Quijano

europapress