​Estadísticas para entender la crisis

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Mario astorga (columnista)


La gran mayoría de los chilenos hemos tomado partido a favor o en contra de las manifestaciones y a favor o en contra de la violencia en ellas; sin embargo, cuando leo las noticias en la prensa y especialmente en las RRSS, me doy cuenta que la mayoría de nosotros tiene información tan parcial, que posiblemente nunca va a entender ni como llegamos a esta crisis, el porqué de la violencia, y el cómo, realistamente, podemos aprovechar esta crisis como una oportunidad para hacer un mejor país.

Voy a intentar mostrar el proceso que estamos viviendo a partir de algunas estadísticas; seguramente hay algunas que Ud. conoce y avalan su punto de vista, pero seguramente se encontrará con otras estadísticas que no le van a gustar, pero que también reflejan parte del Chile que somos. Le ruego, si emprende la lectura de esta columna, se desafíe de revisarlas todas. Por espacio no voy a poner las fuentes; pero todos los datos que menciono tienen bases sólidas. Estoy convencido que somos muchísimos más los victimarios que las víctimas, pero no nos damos cuenta.

A pesar de que ya hace varias semanas era obvio, solo hoy la gran mayoría reconoce que en las manifestaciones y protestas se integraron, posiblemente sin coordinarse, al menos 5 tipos de actores-fuerzas, cada uno con su propio objetivo. Un error grave de los distintos bandos ha sido meterlos a todos en el mismo saco y paralizar al Estado, ya que los instrumentos que tiene para defenderse de los narcotraficantes son distintos a los que usa para controlar a los delincuentes comunes, o para los anarquistas combativos, o frente a extremistas extranjeros, o manifestantes exaltados, o manifestantes pacíficos.

Un 78% de los ahora 20.000 detenidos en las manifestaciones tenían prontuario antes de las protestas, un 10% tenían más de 10 detenciones previas y que un 1,5% tenía más de 50 detenciones anteriores. Es indudable que los antisociales tienen “cuentas pendientes con Carabineros” y están utilizando las manifestaciones para pasarle la cuenta agrediéndolos física y verbalmente, por ello un grave error de los organizadores y manifestantes pacíficos ha sido “proteger a todos los violentistas bajo el manto de la justa protesta”. Por otro lado, ya van más de 1000 sumarios a Carabineros por uso desmedido de la fuerza. Eso demuestra que Carabineros ha sido sobrepasado y que muchas veces han perdido el rumbo y violado los DDHH. Pero el corolario es que ni todos son manifestantes pacíficos, ni todos son delincuentes.

Más de un 10% de los detenidos son menores de edad. Eso guarda correlación con el hecho que en Chile el 47% de la población penal se inicia antes de los 13 años y más del 60% de ellos tienen problemas de droga y alcohol. Un 86% no cuenta con educación media completa. Un 26% de los niños de chile han sufrido violencia física o agresión sexual en sus hogares. Solo el 48% de los niños viven con ambos progenitores, normalmente la madre, quien debe abandonarlo la mayor parte del día para generar el sustento. ¿Quién los forma en valores? La TV y la calle. Más del 50% de los niños son parte del 40% más pobre de Chile. En el 10% de las casas donde viven menores de edad el dormitorio es compartido por entre 2,5 a 3,49 personas. La mayoría de esos niños no tienen ninguna expectativa de un mundo mejor, tirarle piedras a Carabineros, claramente no lo ven como una solución, sino como un desahogo a su precariedad.

Adicionalmente en Chile hay 528.000 NINIs, jóvenes entre 15 y 29 años que ni estudian ni trabajan por diversas razones socioeconómicas (precariedad del hogar, paternidad/embarazo adolescente, cuidado de hijos o adultos mayores, etc.) La inmensa mayoría de los NINIs pertenecen a los sectores más pobres. Si Chile quiere recuperar a esos NINIs no basta con mejorar la calidad de la educación, sino que se deben establecer sistemas paralelos para contenerlos, acompañarlos e integrarlos social y laboralmente. Son 528.000 chilenos ¿Podremos algún día salir de esta crisis si ellos siguen siendo NINIs? Un compromiso que debe surgir después de esta asonada es invertir todo lo que sea necesario para sacarlos de ese estado, ahí hay un caldo de cultivo para nuevas, mayores y más violentas protestas.

El 50% de los trabajadores, siendo la gran mayoría de ellos el único o principal ingreso del hogar, recibe un sueldo igual o menor de $400.000 mensuales. En una sociedad como la chilena, en que todo se debe pagar, ¿Qué educación, que salud, que vivienda, que alimentos se pueden comprar con ese ingreso para ellos y sus familias? ¿Qué puede hacer un padre con ese nivel de ingresos que se da cuenta que la educación (vía SIMSE y PSU) y salud pública son de pésima calidad? Por ejemplo en salud, solamente durante el año 2018, 9.724 pacientes murieron mientras estaban en lista de espera para tratamiento.

Las buenas noticias que nos traen las estadísticas es que Chile dispone de los recursos líquidos y de los instrumentos para financiar educación, salud y protección social correspondiente a nuestro nivel de desarrollo, sin descuidar las bases de una economía verdaderamente competitiva.

a) Fondos Soberanos. Disponemos de un ahorro en Fondos Soberanos de US$ US$24.600 millones US$10.500 millones en el Fondo de Reserva de Pensiones (FRP) y US$14.100 millones en el Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES). A ambos se le podría echar mano si fuese necesario, Ya.

b) Endeudamiento. Chile es de los países menos endeudados como proporción del PIB de la OECD. Países como España y USA, nos superan 5 veces en endeudamiento, Alemania 3 veces, etc. Podemos pasar de una deuda del 26% del PIB a un 40% sin arriesgar ningunas de nuestras premisas económicas.

c) Carga Tributaria. El promedio de la carga tributaria de los países de la OECD es de 34% del PIB, en Chile es poco más de 20%. Podemos ir creciendo paulatinamente 2% anual hasta llegar a la media de la OECD, si llegáramos a una tasa efectiva del 34% en 6 años, aún así estaríamos con una carga efectiva menor que la mitad de los países de la OECD. Como han declarado reiteradamente los miembros del club de los hombres más ricos del mundo, “Los buenos negocios no dejan de serlo por un 10% adicional de impuestos”. Aún si llegáramos a una tasa efectiva del 34% nuestros impuestos estarían por debajo de países como Francia, Bélgica, Italia, Alemania, y Holanda entre otros.

Una razón adicional para aumentar la carga tributaria de Chile viene de la mano del índice Gini de distribución de ingresos. (Donde 1 significa que todos los ingresos quedan en una sola mano y 0 que los ingresos se distribuyen homogéneamente entre los habitantes). Chile comparte con Alemania, Italia y Finlandia un índice de 0,50, sin embargo, después de impuestos esos países llegan a un índice promedio de 0,30 y Chile mejora solo de 0.50 a 0.48. Tenemos que decir con Shakespeare “algo huele podrido en Dinamarca”. Claramente hay muchos que se las están arreglando para no pagar impuestos.

d) Eficiencia fiscal. Chile ha ido creando programas y subsidios muchos de los cuales no han logrado en décadas mostrar su efectividad y siguen beneficiando, con cargo a los recursos de todos los chilenos, a sectores que no requieren de tal apoyo. Por otra parte, y en esto coinciden las PyMEs y las grandes empresas, y todo tipo de beneficiarios del sector público y es que “este no ha logrado generar empatía con sus beneficiarios, que a la vez son quienes le pagan el sueldo. La mayor parte de las personas y empresas que deben interactuar con el Estado reciben una pésima atención, a pesar de que actualmente el sector público casi dobla en remuneraciones medias al sector privado. No obstante eso, el país pierde cuantiosos recursos por los paros de Registro Civil, Salud, Seremías, Aduanas, etc. Un ejemplo frustrante de mal gasto público ocurre en el sector salud. El Estado ha aumentado 7 veces el gasto en 20 años, pero la salud de los más vulnerables está muy lejos de ser 7 veces mejor que hace 20 años, lo que demuestra que no basta asignar ingentes recursos, sino administrarlos bien.

e) Multas efectivamente disuasivas para los delitos económicos y judiciales de toda índole: colusión, abuso de posición dominante, uso de información privilegiada, cohecho, publicidad engañosa, prevaricación, compra de jueces, pagos a funcionarios públicos, etc. Si hubiésemos dispuesto de dichas sanciones antes de la última andanada de corrupción que sufrió el país, las arcas fiscales estarían muchísimo más preparadas para esta contingencia.

La crisis que está viviendo Chile es gravísima, la cifras demuestran que los que más información, estudios y recursos tenemos hemos sido indolentes con los más vulnerables. Perdieron tanto, que perdieron el miedo y pusieron de rodillas a la institucionalidad. La buena noticia es que Chile tiene los recursos para salir adelante y que con una profunda reforma educacional y a la salud podemos reinsertar en la sociedad y en el sistema productivo a los más vulnerables y con ello mejorar nuestra deteriorada productividad total de los factores.



Mario Astorga De Valenzuela 


europapress