​Urge nueva Ley de Puertos

|


Alain Marchant

Estamos llegando a otra Navidad y otro Año Nuevo, donde nos acordamos de Valparaíso solamente por sus fuegos artificiales y después, de Viña, en febrero por su festival y el resto del año, mutis por el foro. El paro portuario, lamentablemente, gracias a las manifestaciones y lienzos de hacer peligrar los fuegos artificiales, se ha tomado parte de la cobertura de noticias, de lo contrario, pasaría desapercibido por todos los chilenos y, claro está, nadie quiere que le desinflen la fiesta y los planes para el mayor día de jolgorio del año, algo para lo que si somos profesionales. Pero si bien, los trabajadores eventuales pueden aparecer como los villanos de la película, estos están muy lejos de serlo. Las condiciones laborales y económicas de este grupo han ido precarizándose cada vez más. ¿De quién es la culpa? Bueno hay aristas, pero todo apunta a un sistema bastante perverso. La ley actual que ya lleva más de 50 años permite este tipo de contrataciones, en donde se contrata y despide en el día, pero como siempre es el uso indiscriminado y poco ético el que termina por malear las leyes. Si el 80% de la fuerza de trabajo de la empresa portuaria en cuestión, está trabajando en estas condiciones, claramente hay un uso que podría interpretarse como mal intencionado, para ahorrarse costos de seguridad social, vacaciones, permisos y otros beneficios que son el mínimo para la mayoría de los trabajadores a contrata en Chile. Adicionalmente, si suponemos buena fe de la empresa y en realidad ésta necesita una cantidad de trabajadores que estén disponibles a trabajar cuando se les llame, no puedo pretender exigirles, como se hace actualmente, que no tengan estos trabajadores otro trabajo y que si no acuden a un llamado, castigarlos con días sin ofrecer turnos. Me suena a la ley del embudo o la historia del perro del hortelano. Aquí claramente hay una asimetría de poder unilateral y que la empresa se avala en lo que es una ley antigua e inoperante. Entonces, aquí viene el tema de fondo. Urge una ley de puertos a nivel nacional, una ley corta no solo de parche para esta situación, sino para corregir estas asimetrías que ocurren entre la empresa concesionaría y sus trabajadores. No puede ser que trabajadores de puerto tengan una situación de desprotección laboral, peor que la de un inmigrante o una asesora de hogar. Adicionalmente, el estado debe recuperar el poder de caducar o revisar una concesión cuando situaciones como ésta ocurren. Los puertos y su crecimiento y sus objetivos no pueden quedar sólo a manos del libre mercado sin regulación. Este problema se da por ese ímpetu facilista que tenemos de entregar y hacer licitaciones y concesiones a privados sin poner resguardos. Así también ha ocurrido en temas viales donde después el gobierno de turno se lamenta que no pueden cambiar contratos ya firmados, pero eso pasa por falta de planificación estratégica de las cosas que no se pueden entregar y dejar a manos del mercado, porque son visiones de país y de estado y no visiones de rentabilidad y capital de accionistas privados, pues los horizontes y plazos son distintos. La solución pasa por formar una mesa transversal y ponerse a trabajar en sacar una ley corta que modifique lo que ya existe y comprenda todas las aristas que implica una visión de país marítimo como es Chile, donde los puertos en un mundo globalizado y en un país que quiere ser desarrollado son estratégicos. Si el congreso ha podido sacar leyes en días y horas para feriados y cosas más absurdas, me imagino, que para esto que es más trascendental, debería existir unanimidad, más si el Congreso está inserto en el mismo Valparaíso.


Alain Marchant

Ingeniero Comercial PUC

Presidente ejecutivo Seven Seas

europapress