​La imaginación no se puede predecir – gracias a Dios

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Alfredo barriga 2

En tiempos donde la inteligencia artificial puede anticipar nuestras búsquedas, preferencias, movimientos, incluso nuestros estados de ánimo, la imaginación se vuelve el último bastión no predecible. Es lo que no estaba en el modelo. Lo que contradice el patrón. Lo que rompe el esquema sin pedir permiso.


La paradoja es fuerte: cuanto más poderosa la IA en la predicción, más urgente se vuelve educar para lo que no puede predecirse. No por rebeldía técnica, sino por supervivencia creativa. La creatividad es también lo que nos queda como humanos para progresar. Para imaginar mundos nuevos, ideas disruptivas. Tal vez la IA también sea capaz de generar ideas disruptivas, pero no tendrán esa inocencia, esa ingenuidad que ha hecho a nuestra especie alcanzar la Luna, a Colón lanzarse a la mar en búsqueda de Cipango, a crear al Capitán Nemo y su submarino, antes que éstos existieran.


La imaginación solo estará en peligro si dejamos de ejercerla por comodidad. El saber disponible, la síntesis inmediata, la respuesta perfecta… hacen que dudar, que crear, parezca un esfuerzo innecesario. Pero sin dudar, no existe creación. Y sin creación, no hay futuro que valga.


Crear algo nuevo exige error, vacío, inquietud, riesgo. Todo lo que el algoritmo trata de evitar. Por eso, educar en tiempos artificiales es educar para la incomodidad fértil. Para pensar sin resultado inmediato. Para imaginar lo que aún no tiene utilidad. Para nombrar lo que no tenía nombre. Y eso sugiere un cambio estructural del ethos de la educación. No se trata por lo tanto solo de incorporar en el aula la inteligencia artificial. Ésta no debe ser “en reemplazo de”, sino “en apoyo de” la curiosidad. Cuando éramos niños y preguntábamos a nuestros padres algo, en muchas ocasiones no nos quedábamos satisfechos con la respuesta, y volvíamos a preguntar “¿y por qué…?”. Esa curiosidad es la que el sistema educativo actual reduce, porque está basado en conocimientos que son evaluados en pruebas estándar. No hay espacio para la curiosidad, porque “hay que pasar la materia”. Así pues, la era de la Inteligencia Artificial nos permitirá volver a ser curiosos en el aula.


Debemos recordar y tener siempre presente que el arte, la ciencia, la política —todo lo que ha transformado el mundo— nació de una imaginación no validada por datos previos. La IA puede ayudar, puede inspirar, puede acelerar… pero no puede reemplazar el acto fundacional de crear algo que no estaba en ninguna base de entrenamiento.


Por eso, el mayor aporte que podemos dar como docentes, autores, ciudadanos es preservar lo improbable. Cuidar ese espacio donde el algoritmo no alcanza. Donde la intuición supera el cálculo. Donde el sueño contradice la probabilidad.


Si la IA domina lo probable, la educación debe cuidar lo improbable. Si la IA responde, nosotros tenemos que soñar lo que aún no se ha preguntado.


Alfredo Barriga

Profesor UDP

Autor de “Presente Acelerado: la Sociedad de la Inteligencia Artificial y el Urgente Rediseño de lo Humano.

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