La Sombra del Este en el Caribe: el Acuerdo Militar entre Rusia-Cuba, remake de la Guerra Fría?

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Leonardo Quijarro2


La reciente ratificación del acuerdo intergubernamental de cooperación militar entre Rusia y Cuba por el presidente Vladimir Putin, el 15 de octubre de 2025, tras la aprobación de la Duma Estatal o Cámara Baja del Parlamento Ruso (Asamblea Federal), trasciende el mero acto diplomático para convertirse en un claro desafío geopolítico con repercusiones potenciales para la economía de Estados Unidos y, como consecuencia, para el mundo. Este pacto, firmado originalmente en marzo y ratificado en esta fecha, no es solo un gesto de solidaridad histórica; es la reactivación estratégica de la influencia rusa en el hemisferio occidental, un movimiento que revive el fantasma de la Guerra Fría a 90 millas de la costa de Florida.


El acuerdo convierte, nuevamente, a Cuba en un "puente geopolítico" o una base de avanzada para Moscú, brindándole un punto de apoyo estratégico y político crucial en su confrontación con Occidente, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania y la expansión de la OTAN. Rusia utiliza este pacto como una forma de escalada psicológica, obligando a Washington a desviar atención y recursos a su vecindario inmediato. La presencia de asesores, entrenamiento militar y potencial infraestructura técnica rusa se puede percibir en EE. UU. no como una amenaza retórica, sino como una capacidad real de proyección de poder que desequilibra la seguridad regional. Por mera coincidencia, este acto diplomático ocurre después que el presidente de los EE.UU., Donald Trump, amenazara a Rusia con entregar misiles crucero de la clase Tomahawk a Ucrania. Lo anterior supone entregar un efector con capacidad de alcanzar objetivos en la profundidad del territorio ruso con su cerca de 1.600 kilómetros de alcance.


Cuba, por su parte, consolida su papel como un aliado proxy de Moscú, reafirmando su lealtad y asegurando apoyo técnico y militar en medio de su aislamiento internacional.


¿Qué importancia supone estas jugadas en el ámbito diplomático para el resto del mundo? La mayor preocupación reside en el potencial impacto económico que esta renovada alianza militar impone a la seguridad marítima de Estados Unidos. Para comprender la magnitud de la amenaza, es crucial reconocer la importancia de los puertos de la Costa del Golfo de México en el comercio estadounidense. Estos puertos son centros neurálgicos para la importación y, sobre todo, la exportación de bienes críticos, incluyendo una porción masiva de la producción energética del país. Específicamente, aproximadamente el 62% de las exportaciones de combustible mineral de EE. UU. —un pilar de su balanza comercial y de su influencia global— navega, en gran medida, a través del Estrecho de Florida, fluyendo hacia los mercados internacionales. Los estrechos de Florida y Yucatán son, por tanto, puntos de estrangulamiento (chokepoints) esenciales, arterias vitales por donde transita la energía y el comercio que alimenta la economía estadounidense y los conecta con el Canal de Panamá y con el Atlántico.


Una fuerza militar con capacidades de inteligencia, vigilancia y reconocimiento (ISR), o incluso activos navales avanzados posicionados en Cuba, representa una amenaza directa a estas Líneas de Comunicación Marítima (SLOC, Sea Lines of Communication).



En un escenario de alta tensión o conflicto, la capacidad de Rusia para interrumpir o amenazar el tráfico marítimo en estos estrechos, mediante operaciones navales de diferente índole, sería una posibilidad que no se puede descartar. La mera existencia de esta amenaza aumentaría drásticamente los costos de seguros (primas de riesgo) para los buques que navegan por la zona. Una interrupción efectiva en esta región no solo paralizaría el comercio internacional, sino que también provocaría un choque económico inmediato en Estados Unidos, manifestándose en una disrupción severa de las cadenas de suministro, escasez de productos importados, un repunte significativo de la inflación y un golpe contundente a los sectores industriales que dependen de los puertos del Golfo y de la Costa Este. En esencia, este pacto militar no es solo una ficha en el juego de ajedrez global; es una carta que Rusia ha puesto sobre el tablero y que, una vez más, hace que la geopolítica mundial deba ser revisada con cautela prospectando sus potenciales efectos a nivel mundial, regional y local.


Leonardo Quijarro S. 

Profesor Residente Academia de Guerra Naval

Docente Investigador del Centro de Estudios Navales y Marítimos (CENAM)

Contraalmirante ( R)

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