La base de Bagram, la principal instalación de EEUU durante la invasión y de nuevo en la mira de Trump

|

La base



MADRID, 23 Sep. (EUROPA PRESS) - La base aérea de Bagram, situada cerca de la capital afgana, Kabul, y la que fuera la principal instalación militar de Estados Unidos durante sus 20 años de despliegue tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, ha vuelto a ser puesta en el foco por el presidente estadounidense, Donald Trump, quien ha declarado insistentemente su intención de que la misma vuelva bajo control de Washington, algo rechazado vehemente por los talibán, que recuperaron el control de Afganistán en agosto de 2021.


La base fue construida en la década de los cincuenta con ayuda de la Unión Soviética y se encuentra situada once kilómetros el sureste de la ciudad de Charikar --en la provincia de Paruán-- y a menos de 50 kilómetros al norte de Kabul, con una pista de despegue de cerca de 3,6 kilómetros de largo que permite que acoja las operaciones de aviones de carga y bombarderos.


Estas instalaciones se convirtieron en la principal base de las tropas soviéticas durante la invasión del país entre 1979 y 1989, desde la que se lanzaron numerosas operaciones aéreas contra los muyahidín, que contaban entonces con apoyo de Pakistán y de Estados Unidos, en el marco de las alianzas creadas en el marco de la Guerra Fría.


Si bien la base cambió de manos en varias ocasiones durante la guerra civil que estalló tras la retirada de las tropas soviéticas, fue consolidada por Estados Unidos como principal epicentro de sus operaciones --junto a las de las tropas aliadas-- tras la invasión de Afganistán para derrocar a los talibán a raíz del 11-S, que abrió un periodo de dos décadas con los fundamentalistas en guerra de guerrillas.


A partir de entonces, Washington inició obras para alojar a entre 26.000 y 31.000 miembros de personal civil y militar en la base, que acogió además decenas de aviones, desde C-130 de carga a cazas, lo que derivó en que la base aérea de Bagram fuera considerada el principal bastión de Estados Unidos en el país centroasiático, especialmente debido a sus importancia a nivel geoestratégico por su proximidad a China e Irán.


Así, las autoridades estadounidenses levantaron en el lugar alojamientos, hospitales e incluso restaurantes, tiendas y gimnasios, lo que derivó en que fuera considerada una "ciudad militar" en la que las fuerzas de Estados Unidos pasaban en muchos casos gran parte de sus despliegues en el país, entonces haciendo frente a los ataques de los talibán, que contaban con sus bastiones en el sur de Afganistán.


DENUNCIAS SOBRE LA PRISIÓN DE BAGRAM

Por otra parte, Bagram acogía también una prisión --la principal prisión militar de Afganistán--, construida durante el mandato de George W. Bush y en la que estuvieron detenidos cientos de afganos sospechosos de mantener lazos con Al Qaeda o los talibán, con numerosos informes sobre torturas y malos tratos a los presos, lo que provocó que la base pasara a ser conocida como 'el Guantánamo de Afganistán'.


Las acusaciones en torno a las acciones de las tropas estadounidenses en la prisión, conocida como Instalación de Detención de Paruán, aumentaron tras la muerte en 2002 de dos afganos que estaba bajo custodia en Bagram, donde los cientos de detenidos no recibieron además el estatus de prisioneros de guerra, en unos abusos que fueron también equiparados con las prácticas de las fuerzas de Estados Unidos en la cárcel iraquí de Abú Ghraib.


La situación sufrió un cambio drástico a raíz del acuerdo de paz firmado en Qatar en febrero de 2020 por los talibán y la primera Administración Trump, unas conversaciones de las que fue excluido el entonces Gobierno afgano y que allanó el camino a la vuelta al poder de los fundamentalistas,


DENUNCIAS SOBRE LA PRISIÓN DE BAGRAM

Por otra parte, Bagram acogía también una prisión --la principal prisión militar de Afganistán--, construida durante el mandato de George W. Bush y en la que estuvieron detenidos cientos de afganos sospechosos de mantener lazos con Al Qaeda o los talibán, con numerosos informes sobre torturas y malos tratos a los presos, lo que provocó que la base pasara a ser conocida como 'el Guantánamo de Afganistán'.


Las acusaciones en torno a las acciones de las tropas estadounidenses en la prisión, conocida como Instalación de Detención de Paruán, aumentaron tras la muerte en 2002 de dos afganos que estaba bajo custodia en Bagram, donde los cientos de detenidos no recibieron además el estatus de prisioneros de guerra, en unos abusos que fueron también equiparados con las prácticas de las fuerzas de Estad que aprovecharon el fin de los ataques estadounidenses para avanzar en el terreno y capturar Kabul en agosto de 2021.


La toma de Kabul tuvo lugar poco después de la huida del país del entonces presidente, Ashraf Ghani, quien denunció en numerosas ocasiones que el acuerdo firmado por Trump debilitaba a las autoridades y las dejaba a merced de los talibán debido a que no se contó con su Ejecutivo, a lo que se sumó una retirada caótica de las tropas internacionales, ya en los primeros meses de la Administración de Joe Biden.


La salida de las tropas estadounidenses supuso un duro golpe para la imagen de Biden debido a la muerte de trece militares en un atentado durante la evacuación y a las caóticas imágenes de afganos intentando escapar del país, que quedaron como imagen de los 20 años de ocupación estadounidense en Afganistán, algo usado por Trump para acusar a su sucesor de "debilidad" y de entregar Bagram, algo que, según él, no debió haber tenido lugar.


LAS EXIGENCIAS DE TRUMP

Tras su vuelta a la Casa Blanca en enero, Trump ha vuelto a poner sobre la mesa su interés en que Estados Unidos controle la base. Si en febrero aseguró que las instalaciones estaban bajo control de China --algo negado por Pekín y los talibán--, durante los últimos días ha hablado más directamente de una presencia estadounidense, amenazando incluso con "cosas malas" si no es así.


El portavoz de los talibán y viceministro de Información afgano, Zabihulá Muyahid, destacó en febrero tras las acusaciones de Trump que la base "está en manos de las fuerzas del Emirato Islámico" y que "hacerse con Bagram es un sueño", una línea en la que han insistido las autoridades afganas ante las recientes amenazas desde la Casa Blanca: "No nos da miedo ningún matón", dijo el domingo el comandante de las Fuerzas Armadas, Fasiudín Fitrat.


En esta línea, el viceportavoz del Emirato Islámico de Afganistán, Hamdulá Fitrat, insistió el domingo en que "bajo el Acuerdo de Doha, Estados Unidos se comprometió a 'no usar o amenazar con la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de Afganistán'", antes de pedir a Washington que "en lugar de repetir fallidas posturas pasadas, adopte una política de realismo y racionalidad".


Trump ha argumentado que Estados Unidos debería contar con el control de Bagram ante el peligro que supone el programa nuclear de China, llegando a afirmar que la base "está a una hora de distancia del lugar donde China fabrica sus armas nucleares", en aparente referencia a unas instalaciones en la provincia de Xinjiang, en la frontera con Afganistán. Además, la Agencia de Inteligencia de la Defensa estadounidense indicó en 2024 que Pekín está llevando a cabo "la expansión más rápida y la modernización más ambiciosa de sus fuerzas nucleares en la historia".


Ante esta situación, el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Lin Jian, incidió el viernes en que Pekín "respeta la independencia, soberanía e integridad territorial de Afganistán", al tiempo que esgrimió que "el futuro del país debe ser decidido por el pueblo afgano" y advirtió de que "azuzar las tensiones y generar confrontación en la región va contra las aspiraciones de la población".


Al margen de la percibida amenaza desde China, la base jugó en el pasado un papel como un punto para la recopilación de información de Inteligencia en la región, al tiempo que supuso un importante nudo militar cerca de las fronteras con Irán y Pakistán, en el corazón de Asia central, y una importante herramienta de Estados Unidos en la llamada 'guerra contra el terrorismo', principalmente para operaciones contra Al Qaeda.


Por todo ello, y también con el argumento del golpe que supuso a nivel de imagen para Estados Unidos la caótica retirada del país, Trump ha insistido en la relevancia estratégica de que Washington controle Bagram, sin descartar la vía militar, lo que podría volver a sumir en un nuevo conflicto al país, afectado por una grave crisis humanitaria, dado que los talibán han dejado claro que no piensan ceder "ni un centímetro de territorio" a tropas extranjeras.


europapress