Un vínculo sorprendente ha sido descubierto entre la estructura de nuestra galaxia y la evolución de la corteza terrestre, demostrando que su desarrollo también fue moldeado por el impacto de meteoritos.
El estudio, de la Universidad de Curtin y aceptado para su publicación en la revista Physical Review Research, revela que la química de diminutos cristales antiguos en la corteza terrestre podría capturar el ritmo de los impactos de meteoritos durante el paso de nuestro sistema solar por los vastos brazos espirales de la Vía Láctea.
El investigador principal, el profesor Chris Kirkland, del Grupo de Escalas de Tiempo de Sistemas Minerales del Instituto Frontier para Soluciones Geocientíficas de Curtin, afirmó que el trabajo proporciona nueva evidencia que vincula el registro geológico antiguo de la Tierra con la estructura a gran escala de la Vía Láctea. "Los diminutos y duraderos minerales llamados cristales de circón proporcionaron un archivo único de la interacción de la Tierra con la galaxia", afirmó el profesor Kirkland en un comunicado.
"Al observar los cambios químicos en los cristales de circón y compararlos con los mapas de gas de la Vía Láctea, observamos que los cambios se alinean con los momentos en que nuestro sistema solar pasó por los brazos espirales de la galaxia, densamente poblados de estrellas y gas.
"En estas regiones densamente pobladas, fuerzas gravitacionales adicionales podrían haber perturbado a los cometas helados en los confines de nuestro sistema solar, impulsando a algunos hacia trayectorias que los hicieron estrellarse contra la Tierra.
"Los impactos resultantes liberaron una enorme energía, derritiendo partes de la superficie terrestre y produciendo magmas más complejos, especialmente al interactuar con entornos ricos en agua".
El profesor Kirkland afirmó que los hallazgos del estudio abren la puerta a una nueva y emocionante frontera, donde la geología puede conectarse directamente con los descubrimientos astronómicos.
"Nuestra investigación revela que la evolución geológica de la Tierra no puede comprenderse de forma aislada del entorno galáctico más amplio", concluyó el profesor Kirkland.
"Sugiere que procesos astrofísicos a escala de la Vía Láctea pueden haber influido directamente en los continentes bajo nuestros pies y en las condiciones que hicieron posible la vida, marcando el comienzo de una nueva era en la ciencia astrogeológica".