Mauricio Russo, democratizador del diseño

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Gonzalo Jimeu0301nez

Emprender y llevar a lo más alto una empresa, hacerla rentable y transformarla en un negocio con un propósito claro es todo un reto. Mauricio Russo, co fundador de Casa Ideas, logró eso y más, porque supo cómo hacer viable un modelo de venta de productos para el hogar, de buen diseño y factura, a un buen precio y con éxito de ventas. Supo hacer crecer su negocio, pero a la vez pudo entrar y transformar nuestros hogares y oficinas. Todo un valor de marca con un sello inconfundible.


Mauricio rompió un paradigma: lo bonito no tiene por qué ser caro y fue pionero en una industria inexistente en Chile. Su idea, co-diseñada con su socia de siempre, Claudia Venegas, fue una propuesta comercial de características únicas. La democratización del diseño, para todos los gustos.


Mauricio Russo partió prematuramente hace solo unos días, dejando un legado de espíritu empresarial de más de 30 años. Un emprendedor revolucionario del retail en Chile, que exportó su negocio por Latinoamérica. Hombre cercano, humilde, con “pilas de litio”, recuerdan sus cercanos. Esto lo pude comprobar personalmente en una charla que dimos en conjunto. Admiré su sabiduría al subordinar su carismática e impetuosa personalidad a la buena gobernanza corporativa… sabía que necesitaba al directorio para salvar la empresa de sí mismo.


Reconocido como un gran comunicador y querido como un extraordinario mentor, que dedicaba parte de su tiempo a charlas y seminarios para motivar a otros a innovar, a hacer negocios. Fue parte del G100, de Endeavor y de cuanto grupo reunía a quienes emprenden. En todos ellos demostró siempre vocación por aconsejar, por hablar de sus experiencias, de ejemplificar con sus propios fracasos, demostrando que vale la pena intentar sacar adelante los sueños de hacer empresa. Que aún si no se logra tener éxito a la primera, no hay que rendirse nunca.


Aquellos que lo escucharon, lo oyeron hablar de valentía. Señalaba que subirse en el barco del emprendimiento era abrirse paso en un mar de desafíos, resumidos principalmente, en sus palabras, en dos. El capital de recursos y el humano, siendo ese último el más desafiante y en el que a su juicio, más les cuesta entender a quienes emprenden, enfatizando la necesidad de convertirlos en actores claves del negocio; co-creadores del proyecto empresarial.


Su mayor crítica al resto de los emprendedores era la dificultad que tienen para delegar las distintas responsabilidades que se dan al interior de sus compañías. Ese instinto “control freak” que les impide muchas veces soltar y darles poder de decisión a los suyos, contribuyendo lo que conocemos como capital humano.


Russo tuvo otra gran característica. Fue siempre un visionario. Mientras algunos recién empezaban en los aspectos digitales de sus negocios, Casa Ideas ya tenía un camino avanzado. Inspirado por nietos y generaciones jóvenes absolutamente conectados, este emprendedor serial buscó dar importancia al comercio electrónico, pero sin dejar de lado la sofisticación de sus tiendas.


Entendió que ambas cosas son importantes y ello se reflejó en el último informe de Comscore y Shareablee sobre las empresas de retail que en marzo generaron más de 600 mil acciones cross-platform (compartidas, «me gusta» y comentarios, entre otros) en Facebook, Twitter e Instagram. El ranking de categorías del sector muestra que Casa Ideas es la que genera más interacciones. Pese a una audiencia menor que otras siete categorías del top ten, obtuvo más de 87 mil interacciones.


Lo mismo en conciencia empresarial y sustentabilidad. Refleja esa visión de entender las transformaciones que enfrenta el mercado, sabiendo como pocos que para generar cambios en una organización se requiere refrescar la composición de los directorios, integrando diversos pensamientos, distintas profesiones. Es decir, aplicar buenas prácticas de gobierno corporativo.


Sin perjuicio de sus logros empresariales, Mauricio Russo debe ser reconocido como un raro emprendedor institucional, pues introdujo símbolos estéticos, de modernidad e incluso de movilidad social, al poner a disposición del público objetos que, al convertirse en parte de nuestra vida, contribuyen efectivamente a democratizar el diseño, recordándonos así, de una manera tan sutil como eficaz, que nadie está atado inexorablemente a la clase social en que nació. 

 

Probablemente esa visión y esa conciencia son fruto emergente de 45 años de trabajo, de un hombre que partió en los negocios soñando con ser millonario mientras vendía telas con tan solo 22 años. Un viajero, un soñador, un hombre que fue emblema de cómo el esfuerzo puede traducirse en éxito empresarial y en cambio social y que, con su obra, se une al panteón de los invaluables emprendedores de Chile.



Gonzalo Jiménez Seminario

CEO Proteus Management, Governance & Effectuation

Profesor de ingeniería UC


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