El ministro de Hacienda que necesitamos

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Germu00e1n Pinto


Siempre se desea mucho éxito para el nuevo año que comienza, lo cual, en materia económica, está sustentado en las expectativas que tengan los inversionistas sobre el futuro y la marcha de la economía del país las cuales están fuertemente influenciadas por las nominaciones ministeriales que el presidente electo anunciará prontamente, siendo de vital importancia el talante del futuro ministro de hacienda, pues esta cartera ha sido fundamental para el país en los últimos 30 años de gobiernos democráticos, no siendo baladí tal denominación como algunas personas han señalado.

En efecto, el ministro de hacienda puede fungir con dos características: jefe del equipo económico o ministro de finanzas públicas.

El carácter de jefe del equipo económico y, por ende un ministro de gran importancia, es un halo que se fue gestando desde el gobierno del presidente Patricio Aylwin cuando Alejandro Foxley dio las garantías y realizó la dirección que permitió que el país creciera y comenzara a bajar los niveles de pobrezas que en esos años alcanzaban a un 40% de la población. Así también se vio el empoderamiento que la presidenta Michelle Bachelet dio a su ministro Andrés Velasco quien fue el secretario de estado más poderoso en su primera administración, permitiendo hacer reformas importantes como la Pensión Básica Solidaria y morigerar el ímpeto reformista que se quería imponer en el ámbito laboral.

En cambio, en su segundo periodo, la presidenta Bachelet tuvo un ministro con un perfil menos político y que se caracterizó como un ministro de finanzas públicas, preocupado de hacer reformas como la tributaria del año 2014 (que tuvo que ser posteriormente modificada por lo radical que era) dejando de lado la “muñeca” que debía lucir para convencer a los distintos actores políticos. Es así como el señor Alberto Arenas fue el primer ministro de hacienda que no duró todo el mandato presidencial, hecho que desde Foxley se mantuvo ininterrumpidamente, demostrando que este segundo perfil ministerial no resulta eficiente para el país. En cambio, su sucesor Rodrigo Valdés, tuvo una actuación más cordial con los distintos actores económicos que le ha permitido mantener, en lo personal, una trascendencia tanto académica como empresarial siendo en la actualidad director de importantes sociedades extranjeras.

La historia demuestra que no da lo mismo quien sea el titular de la cartera de hacienda, por tal motivo es relevante dar luces para poder definir las expectativas que los inversionistas necesitan, y no esperar hasta marzo porque cada mes que pasa genera postergaciones en los proyectos de inversión que se esperan y se necesitan en nuestro país.

Lo triste del tema es que personas que tienen atributos para tal función, ya han señalado que no aceptarán tal nominación y que “aportarán” desde la academia. Esto me llama poderosamente la atención porque los últimos años hemos visto cómo los políticos han desoído a los técnicos, tal como el senador Alfonso de Urresti cuando dijo su célebre frase: “los economistas no saben” en relación con primer retiro del 10% de los fondos de pensiones. Si esa es la predisposición que los políticos de izquierda ya han demostrado ¿qué nos quedará con un ministro de hacienda débil que trate de imponer la cordura y la “técnica” cuando sectores vehementes de la izquierda quieran imponer sus lineamientos doctrinarios en materia económica?

Por otro lado, se visualizan muchos candidatos jóvenes carentes de experiencia política y de negociación, quienes serían candidatos para desarrollar el carácter de ministra o ministro de finanzas públicas, amén del hecho que el principal asesor del presidente electo, el señor Nicolás Grau, ha manifestado su opinión de bajar el perfil de tan importante nominación. Todo esto nos permite aventurar y anticipar una legítima preocupación por la postergación de esta nominación y que no nos puede dejar indiferentes por el bien de nuestro país, pues necesitamos a un jefe económico empoderado y no un mero ministro que busque desesperadamente los recursos públicos para dar cumplimiento a las promesas del programa de gobierno que fue votado en las elecciones. Mi aprehensión no es antojadiza ni banal, sino sustentada en la reflexión de nuestra historia reciente.


Prof. Germán R.Pinto Perry

Director Magister en Planificación y Gestión Tributaria

Centro de Investigación y Estudios NRC

Universidad de Santiago

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