Alejandro Sicardi, Médico - escritor

La Doctocracia

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Cartas al director OK


Sr. Director,


En general, se le toma juramento a presidentes de los diversos países en términos similares a estos con distintas variantes: juráis desempeñar fielmente el cargo de Presidente de la República, conservar la independencia de la Nación, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes. —Sí juro —responde presidente electo democráticamente.

Ningún abogado le permitiría a su cliente efectuar un contrato utilizando una cláusula semejante, con la sola garantía de un juramento. El pueblo sabe que pueden no cumplir, pues no hay nada que obligue a ello.

Sería menester cambiar las cosas de una vez por todas. Los funcionarios deberían hacer un estudio formal para regir nuestros destinos, una carrera que les proporcione un título universitario, como los médicos, los abogados, los arquitectos...

Tendrían que adquirir conocimientos suficientes e idóneos para conducir a los pueblos. No sería difícil organizar los planes de estudio.

Que se designe a los funcionarios por mayoría, por votación y no por un estudio que los capacite, ofrece los resultados que ya conocemos. ¡Quién que estuviera enfermo se haría atender por un hombre elegido por votación; pero que nunca hubiera puesto un pie en una Facultad de Medicina y no supiera ni siquiera anatomía¡ ¡Quién se haría construir una casa por una persona que no supiera ni qué es el cemento, pero que hubiera sido elegido por los vecinos del barrio¡ Ni hablar de hacer un viaje en un avión piloteado por alguien elegido por el pueblo, pero que ni siquiera supiera manejar un parapente¡


La Doctocracia


Los egresados de esta carrera, a la que podríamos denominar Doctocracia se elegirían según los promedios y las notas que alcanzaran en todas y en determinadas asignaturas. Doctocracia..., no por ser cosa de doctores, sino del latín doctus: "que ha aprendido, que sabe". Además pasarían por un examen psicotécnico, igual que cualquier simple empleado que se postula para un puesto en una empresa; trabajo, como se comprenderá, de mucho menor responsabilidad.


El contrato


Los funcionarios serían examinados al terminar su mandato, y existiría una cláusula que establecería que éste sería interrumpido si no cumplieran con lo estipulado en un convenio o contrato, previamente firmado, y en el que se fijarían penas, multas y sanciones. Esto del contrato es de primordial importancia, deberían responder por lo prometido, no sólo con respecto a las metas, sino a los tiempos establecidos para realizarlas. Este requisito legal hace innecesario y supliría con creces el juicio de residencia, que se usó antiguamente para juzgar la conducta de los virreyes e impedir la corrupción que es la enfermedad más grave de los gobiernos. Sería menester que no existieran fueros ni privilegios: no habría diferencias entre la gente todos serían iguales: como el arquitecto y el dueño de la futura casa. Las personas se desentenderían de la política como lo están de la medicina, la ingeniería, la agronomía, etc. Asuntos que no acaparan la atención en las reuniones sociales... esto sólo ya sería un éxito importante; la gente podría hablar libremente de temas más gratificantes, entretenidos o elevados.


La Autarquía


Otra cuestión importante sería la autarquía del gobierno, que generaría sus propias rentas y recursos; lo cual permitiría la abolición de los impuestos; tal cosa se lograría a partir de industrias, haciendas y servicios diligenciados por un gobierno capacitado especialmente para ello por sus estudios. Esto puede parecer utópico, pero si los contribuyentes siempre han odido ganarse la vida trabajando para ellos mismos, y al mismo tiempo para solventar al estado, y holgadamente a los funcionarios, las obras públicas, los pagos de la deuda externa, los ahorros forzosos; pagar viajes, lujos,ETC. Sin que eso sea considerado utópico bien podrán los funcionarios egresados de esta carrera, con las ventajas de su condición y, en este caso de sus estudios específicos, generar rentas para pagar sus propios sueldos y administrar el país.

Es necesario insistir en lo del contrato: a nadie se le ocurriría hacerse una casa sin firmar un convenio con el arquitecto y con la empresa constructora o llevar a cabo cualquier otro tipo de negocio o emprendimiento significativo, cuyo único resguardo fuera pedirle un juramento al encargado de llevarlo adelante.


Alejandro Sicardi

Médico - escritor

www.sicardialejandro.com

sicardi@sicardialejandro.com

DNI 5172199

Buenos Aires

Argentina

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